jueves, 15 de julio de 2010

Capítulo treinta y ocho.

Me equivocaba, sí había algo peor. Mucho peor. Todavía resonaban en mi cabeza las palabras de mi madre. “Un mes”. Me encontraba en el baño del hospital, sí, llorando. Esto me superaba. Mi madre me había dado la súper noticia de que en vez de dos meses, nos quedaríamos uno. Sólo uno. Nos volveríamos el once de agosto, en mi cumpleaños. ¡Toma ya! ¿Por qué? “Porque tenemos que estar más con vuestro padre, cariño. Nunca lo veis y el único tiempo es este último mes de vacaciones. Entiéndelo”. Palabras textuales de mi madre. Me importaba una mierda mi padre, había pasado de mí desde el día en que nací, y yo de él, sentimiento mutuo. “Comúnmente el padre cumple un rol muy importante dentro del desarrollo de los niños”. No. Definitivamente, no era mi padre. Sólo vivía en mi casa porque mi madre se lo pidió, son cosas diferentes. ¿Tenía que dejar aquí a Luis, al único amigo y por supuesto al único al que amaba por mi “padre”? Ni de coña, tenía que planear algo, al menos más tiempo… sólo un poco más…

De repente me vibró el bolsillo de la falda. El móvil. Miré el número, me sonaba pero no caí en quién podía ser. Contesté.

-¿Diga? – Pregunté algo confusa.
-¿Cómo estás preciosa? – Esa voz solo podía ser de alguien… Fer.
-Gracias a ti, intentando suicidarme.
-Me encanta cuando te pones así. ¿Dónde estás?
-En el hospital, sabía que me llamarías y por eso me he cortado las venas antes de tiempo. – Y colgué.

A los dos segundos volvió a llamarme. Lo intentó unas cuatro veces, ninguna se lo cogí. Cuando paró, decidí salir del baño y hablar con Luis, tenía que decirle que nos quedaba poco tiempo para… ¿Ser felices? ¿Amarnos?

Salí de allí y me fui hasta la habitación ciento cuarenta y cinco, donde estaban Luis y su abuelo. Por el camino, iba sumida en mis pensamientos, con la mirada perdida en el suelo. No me di cuenta ni de que una voz pronunciaba mi nombre.

-¡Silvia! ¿No me oyes? – Levanté la cabeza y me paré en seco. Era él. Enfrente mía, muy cerca.
-Perdona Luis, estaba… estaba pensando. – Me abrazó con fuerza.
-Te estaba buscando… - Me susurró al oído. Cuando se separó de mí pude apreciar varias lágrimas recorriendo su mejilla.
-¿Qué ha pasado? – Pregunté con demasiada seriedad.
-¡No te lo vas a creer! ¡Mi abuelo se ha despertado! Los médicos me han dicho que salga de la habitación, pero yo creo que está bien. – Me volvió a abrazar y me levantó por los aires hasta quedarme enganchada a su cintura.
-Luis, ¡me alegro muchísimo por ti! – Le besé con ternura, un beso rápido.
-¡Gracias! Gracias por estar aquí a mi lado, por aguantarme, por quererme, ¡por todo! Te debo una vida. – Esta vez me besó él, el beso que tanto esperaba, el que me dejaba sin respiración.
-Idiota no me debes nada, te quiero. – Me sonrió y me volvió a besar, esta vez duró un poco menos y me quedé con ganas de más.
-Por cierto, tu madre me ha dicho que me tienes que contar algo importante.

Me soltó de él y me dejó en el suelo con facilidad. Las dudas se apoderaron de mí. No podía contárselo. Ahora no. Estaba sumamente feliz por lo de su abuelo y no podía arrebatarle así como así su felicidad, ese brillo en los ojos que hacía que me volviese loca.

-No tranquilo, no es tan importante, luego te lo cuento ¿ok? – Le sonreí y él hizo lo mismo. – Bueno voy con mi madre que tiene que estar preocupada. Tú quédate y nos avisas de cómo está.
-Vale, te echaré de menos.- Me sonrió y me besó con dulzura.

Me disponía a irme por el pasillo que conducía hasta la sala de espera donde estaba mi madre, histérica seguramente por haber huido hasta el baño al enterarme de la gran noticia, pero Luis me frenó.

-¿Silvia? Se te ha caído esto.

Me volví y vi que Luis tenía un papel en la mano ¡Oh no! Pensé. Me toqué el bolsillo de la falda, deseando que la nota del inoportuno Fer estuviera allí, pero no.

-“Te escribo esta nota para hacerte recordar el impresionante beso… - Luis enmudeció y siguió leyendo la nota en voz baja. - ¿Me explicas esto?

Toda la emoción que había en sus ojos se había esfumado, ahora me miraba decepcionado y con rabia. ¿Qué le diría? ¿Qué me había cogido el colocón de mi vida la noche anterior y que no me acordaba de nada de lo que había hecho? ¿Qué podía ser verdad o quizás algo más que un beso? La verdadera cuestión ¿me creería?

-Luis yo… - No conseguí decir nada más. Su mirada me asustaba de verdad.

3 comentarios:

  1. ME ENCANTAAA!! Cuando subes el siguiente?

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  2. ohhhhhh!!! que pasadaaaaa!! aisss como lo dejas asiii?? Pobre Luis y ahora que pasara?? quiero el sigueitne prontoo!! xDD

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  3. Gracias :D
    Pues el siguiente mañana lo más probable :)

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