lunes, 31 de mayo de 2010

Capítulo veintisiete.

Caminamos, sin dirigir la palabra ninguno de los dos, al menos yo tenía muchos pensamientos rondando por mi cabeza. Estábamos llegando a la entrada de mi casa cuando vimos a Carla sentada en el borde de la acera, pensativa.

-Hola Carla… ¿Dónde has dejado al energúmeno de Fer? – Ella ni me miró.
-En su casa.
-Vale… ¿Y qué haces aquí?
-No hay nadie en casa… - ¿Todavía no habían llegado? Joder ¿Se acordarán de que yo existo?
-Ah, pues esperaremos porque tampoco tengo llave. – Me senté junto a ella.
-Chicas ¿Por qué no entráis en mi casa? No hay nadie y podemos hacer lo que queramos. – Dijo amablemente Luis.
-No hace falta… - Dije yo casi en un susurro.
-¡Claro que sí! Gracias Luis, estaba esperando a que lo dijeses. – Río Carla.

Luis me miró, serio. Nos habíamos “arreglado” por decirlo de alguna manera, pero él sabía que algo en mí no marchaba bien. Sabía también que Laura lo había fastidiado mucho esa tarde, pero haría todo lo que fuese por volverme a recuperar.

Pareció ser que mi opinión no contó para nada, puesto que Luis y Carla se dirigieron hasta la casa de éste. Yo no me pensaba quedar sola, así que los seguí. Decidimos ver una peli, ninguno de los tres tenía cuerpo para fiesta. Luis puso la película que le pidió Carla, “Siete Almas”, me encantaba esa película y no sólo porque saliese el maravilloso Will Smith. Comenzamos a verla, Luis se puso a mi lado.

Yo seguía absorta en mis pensamientos, en cómo habían cambiado tanto las cosas y no podía solucionarlo. Ya no. Me sentía sola, aunque tuviera a Luis, sabía que lo perdería tarde o temprano, pero no porque yo quisiese. Tenía los ojos húmedos. No, otra vez a llorar no, pensé.

-Sil tía que todavía no ha llegado la parte de llorar. – Carla me miró, sorprendida.

Me levanté del sofá y me fui corriendo a algún sitio, cualquier sitio, total no conocía la casa. Llegué a lo que parecía ser una cocina, muy grande y bonita por cierto. Me senté en una silla de color blanco y me sequé las lágrimas por segunda vez en el día. Luis apareció por la puerta, con aspecto preocupado.

-¿Silvia me quieres contar lo que te pasa? En serio, no puedo verte llorar si no sé la razón.
-Luis… es que… no puedo más. No creas que ha sido por lo de Laura, para nada, he explotado hoy como podía haber sido otro día…
-Sil por favor cuéntame. – Se acercó a mí, y sentó en una silla delante de la mía.

Dudé un segundo, pero luego accedí. No podía hacer otra cosa, él a pesar del poco tiempo que llevábamos juntos, me conocía bastante bien, no sé cómo, pero era así. Le conté todo, todo lo feliz que era en un pasado muy lejano, y la causa de lo infeliz que era ahora, le conté lo de mi hermana y no pude evitar llorar, por tercera vez en el día. ¿Pero qué hago? Luis pensará que soy una idiota…

-Silvia yo… no me esperaba esto, lo siento muchísimo de verdad. – Me abrazó, con la fuerza y el cariño que solo él sabía.
-Gracias por estar aquí Luis, y lo siento, te pareceré una niñata llorando cada dos por tres…
-Para nada, es lo mejor que haces. Y ya verás cómo se arregla todo con tus padres. – Me secó las lágrimas con dulzura.
-Ojalá… la echo mucho de menos.

Seguimos así, abrazados, sintiéndonos el uno al otro. Tenía sed de sus besos, quería besarle y no soltarlo jamás. Era al único que le había contado mi historia, mi triste y asquerosa historia y me había ayudado mucho, había conseguido que pensase en otra cosa, que mis pensamientos solo giraran en torno a él y solo él y le estaría agradecida por el resto de mi vida. Quería amar, gritar, cantar, saltar, soñar, ser feliz… vivir la vida, y gracias a él, tenía el primer de muchos pasos conseguido.

viernes, 28 de mayo de 2010

Capítulo veintiseis.

Pero algo no me dejo seguir con mi paso. Luis, como no. Me agarró por el brazo con fuerza.

-Silvia, espera que te explique joder, Laura es de la que te hablé, la que dejé el mismo día que te conocí. Pero ella dice que es mi novia porque no quiere aceptar que lo nuestro acabó. Llevábamos cuatro años juntos ¡Cuatro! Imagínate como le sentó que no salía de su casa para nada hasta hace unos días… - Miré a mi brazo.
-Me haces daño. – Aflojó, pero no me soltó. - ¿Y por qué estabas tan nervioso teniéndola delante? – Lo miré, desafiante.
-Porque tenía la certeza de que ibas a pensar mal y no quería por nada del mundo que esto se estropease…

Solté su mano de mi brazo y me fui, él ya no vino más a parar mi camino, se lo agradecía. Tenía que pensar demasiadas cosas, quizás sus palabras fueron ciertas, quizás me decía verdad. Es más, sabía que estaba en lo cierto, lo veía en sus ojos. Por el camino sonó mi móvil. Miré el número: “Mamá”. Lo guardé otra vez en el bolsillo, tenía tantas razones para no cogerlo… Algunas de ellas habían sido las de no apoyarme, no creer en mí, no quererme…

Empecé a pensar el por qué de la rotura de mi familia, al menos por mi parte. Dos años antes, cuanto yo solo tenía quince años sucedió. Mi hermana Marta y yo estábamos en la playa, ella tendría por ese entonces tres años. Mamá, papá y Ale nos habían dejado solas ya que ellos fueron a por la comida. Marta se encontraba jugando con la arena, según ella intentaba hacer un camino que condujera hasta las estrellas, cosas de niñas. A mí me había sonado el móvil, por lo tanto me pasé un buen rato hablando sin parar. Cuando acabé, me percaté de que no oía su voz, esa voz tan aguda típica de niñas pequeñas que hace que te duelan los oídos… ¿Dónde se había metido? Me desesperé, busqué por toda la playa, corriendo como una auténtica loca. Pensé en llamar a mis padres, pero ellos se hubieran puesto peor que yo. No sabía en dónde más buscar hasta que la vi. Sentada a lo alto de una roca.

-¡Marta! ¡Baja de ahí ya!- Grité, estaba a mucha altura, las olas chocaban bruscamente contra la roca ¿Cómo se habría subido allí?
-¡Ya voy! Pero prométeme que harás el caminito hasta las estrellas…
-Sí Marta, baja. – Se levantó y fue a paso ligero hasta mí, demasiado ligero… Vi como perdió el equilibrio y se dio contra la roca.
-¡Silvia! – Se resbalaba, yo intenté subir, pero me caí al agua, cuando salí la oí llorar, sus pequeñas manos se resbalaban de la húmeda roca, guiándola hasta caer contra el mar, era demasiada altura… No podía hacer nada, no podía subir. – ¡Silvia ayúdame!

Después de dos años, esa voz tan aguda típica de niñas pequeñas que hace que te duelan los oídos aún resonaba en mi cabeza. Había muerto por mi culpa… Cada día me acordaba de ella gracias a lo mal que me trataban mis padres. Estuve meses sin salir de casa, sin ver la luz del sol… No sabía qué hacer sin ella, la necesitaba… Mis padres creían que la había dejado morir, que no hice nada para que viviera… Pero el sentimiento de impotencia que tuve en ese momento, al verla llorar…. No lo entenderían jamás. Si alguna vez tuve momentos de felicidad, ya no me acordaba y por eso ahora me los imaginaba con ella.

Me volvió a sonar el móvil y esta vez le colgué. Me di cuenta de que tenía la cara empapada en lágrimas.

-¡Silvia! ¿Por qué te has ido así? – Oí un susurro a mis espaldas.
-Tenía que… - Lo tenía delante de mí, se percató del mar de lágrimas que tenía en la cara.
-Silvia no, no quiero que llores por mí joder, te juro por lo que más quieras que no estoy con ella, por favor no llores. – Se le veía triste.
-No es por ti, estaba pensando… ¿Me das un abrazo? – Me sequé las lágrimas mientras él me abrazaba con fuerza.
-Créeme por favor Silvia…
-Te creí desde el primer momento en el que me dijiste que no estabas con ella.

Capítulo veinticinco.

Me encontraba en la avenida, en una heladería que no me acuerdo ni del nombre. Él se quedó fuera, sentado en un banco en frente de la heladería. Llevábamos horas andando, jugando, cogidos de la mano… Esa tarde me lo estaba pasando realmente bien. Luis se había puesto muy nervioso de repente y me había mandado a por unos helados, yo acepté, no quería que se estropease el momento. Salí de la heladería, hacía mucho calor… Me dirigí decidida hacia el banco, pero él no estaba allí. ¿Dónde se habrá metido? Pensé. Miré hacia todos los lados posibles y al final lo vi, apoyado en la pared de una casa, hablando con una chica, me sonaba su cara. Me fui hasta ellos.

- Tu helado. – Le dije cuando estuve a su misma altura, él se sobresaltó.
- ¡Sil! Gracias… - Aun seguía algo nervioso y no sabía por qué.- Esta es…
- Laura. – Le corté. Era una de las chicas valientes que me había presentado Fer hace unos días, solo se me había quedado su nombre de todos los que había conocido ese día, que casualidad.
- ¡Hola Silvia! – Nos dimos dos besos.
- ¿Os… conocéis? – Luis se había quedado perplejo.
- Sí… el otro día en la playa nos presentó Fer. – Dijo ella, yo asentí. Laura no paraba de agarrarle el brazo a Luis, que confianzuda…
- Ah vale…
- ¿Vosotros de que os conocéis? – Pregunté, indiscretamente.
- ¡Soy su novia! – Le dio un beso fugaz en los labios, feliz.
- ¿Qué? – No podía articular más palabra. Mi helado se me resbaló de las manos.
- Silvia, no, yo… - Lo que me faltaba, Luis también… La mayor cornuda de la historia aquí presente.
- No me lo puedo creer…

Sin pensar, comencé a reírme, no podía parar, me dolía el estómago. Luis y Laura me miraban con curiosidad, yo sólo me reía. No podía hacer otra cosa. Parecía una broma, una pesadilla…, todo menos real. Parecía que lo habían calculado todo a medida. Primero Pablo, que no me importó demasiado puesto que mis sentimientos hacia él eran menores de los que le tenía a una piedra. Luego Fer, el supuesto amor de mi vida, ese si me había dolido, me había dolido mucho. ¿Y ahora, Luis? ¿Pero qué es esto? Él más que nadie sabía lo que estaba sufriendo… hasta que por fin decidí dejarme llevar por él y sus mentirosos sentimientos. Paré de reírme, me sequé las lágrimas que me habían caído de la risa y le pegué un bofetón con todas mis ganas.

- Laura, te recomiendo que hagas tú lo mismo, por lo visto ha estado con las dos a la vez.- Laura me miró sin entender nada, las lágrimas empezaron a caerle por las mejillas, pero no hizo nada, solo se fue.
- Silvia te estás equivocando. – Luis se frotaba la parte de la cara donde le había pegado.
- ¡Qué te vayas a la mierda joder! ¡Confié en ti, pensé que eras diferente! Sabías que estaba rota por dentro y tú, aun así hiciste todo lo posible para que me liara contigo. Eres asqueroso. Tu objetivo cuál es ¿Joder a la gente hasta que no puedan más? ¡Porque lo has conseguido!
- ¡Silvia que no estoy con ella!
- Ya lo veo ya. – Me di la vuelta para irme a casa, a refugiarme.

domingo, 23 de mayo de 2010

Capítulo veinticuatro.

-Hombre Luis, tú por aquí. – Rió el estúpido de Fer.

Luis ni siquiera lo miró. Sus ojos se posaron directamente en los míos. No pude descifrar la expresión que se le había quedado en la cara. ¿Sorpresa?

-¿Qué hace él en tu casa, Silvia? – Se dignó a hablar. Su voz era neutra.
-Se ha quedado a dormir… Se encontraba mal ayer y su casa está lejos… - En ese momento apareció Carla detrás de mí.
-¡Hola Luis! – Dijo feliz.
-Hola… No entiendo nada.
-A ver tío, que me acogió en su casa, pero tranquilo que no me dirige la palabra. – Fer me miró seriamente. – Y Carla y ella ya se han perdonado, las mejores amigas siempre lo hacen ¿No?
-Supongo… ¿Te quitas de la puerta para dejarme pasar? – Dijo con tono brusco. Fer lo hizo, todavía le duraba la resaca y lo menos que quería ahora eran problemas. Luis entró, acercándose a mí.
-Por un momento creí que ibas a pensar mal…
-Iba, hasta que he escuchado la explicación. ¿Hacemos algo hoy?
-¿Una orgía? – Saltó Fer animado. Carla, Luis y yo lo miramos. – Era broma…
-¿Por qué no te largas a tu casa de una vez? – Le grité, me ponía de los nervios tener su presencia cerca.
-Sí, mejor será que te vayas, si quieres te acompaño… - Dijo Carla con su voz angelical, pobre de ella si llegaba a liarse con él.
-Vale vamos, pediremos un taxi… Silvia gracias por... todo. – Me guiñó un ojo, yo le enseñé el dedo corazón, con todo el cariño del mundo.

Carla me dio un beso en la mejilla en forma de despedida. Le susurré al oído que no se dejara llevar por ese idiota. Salieron de casa dando un portazo.

Luis me cogió por la cintura atrayéndome hacia él, me agarró la cara y me besó salvajemente, no había tenido tiempo para hacerlo con Carla y Fer allí delante.

-¿No te habrás arrepentido de nada de lo de ayer verdad? – Me preguntó, dejándome respirar después de ese beso tan largo.
-Jamás. – Sonreí.

Le dejé una nota a mi madre, como ella había hecho antes, diciéndole que salía con Luis a dar una vuelta.

No teníamos ni idea de a dónde ir. Solo sabíamos que estábamos juntos por fin, sin nadie quien nos separase. Lo quería. Me había quedado locamente pillada desde que me choqué con él hace días. De sus ojos verdes azulados que penetraban hasta lo más hondo del alma. De su magnífica risa, que hacía que cualquiera que estuviera a su lado se riera. De sus labios carnosos, que besaban apasionadamente, con amor, con locura. De todo él. Lo quería y era feliz.

Lo único que podía angustiarme en ese momento, era el saber que vivíamos en islas distintas, que dentro de apenas un mes, todo se acabaría.

Capítulo veintitres.

No sé ni porque lo había hecho pero no podía dejarlos ahí fuera. Los dos me habían hecho muchísimo daño pero una cosa tenía clara, yo no era como ellos. Entramos en mi habitación con el mayor cuidado posible, menos mal que era enorme, tenía hasta cuarto de baño. Al lado de mi cama habíamos puesto la cama donde se iba a quedar Carla. Ella se sentó con Fer en su cama y yo en la mía. Fer tenía una cara que asustaba, estaba pálido y con los ojos rojos. Verdaderamente estaba mal.

- Joder ¡Llévalo al baño, lávale la cara o algo! – Dije para romper un poco el hielo.
- Yo puedo… - Fer no acabó la frase puesto que tuvo que irse corriendo al baño a vomitar.
- Qué asco – Dije entre susurros.
- Silvia… yo… lo siento muchísimo en serio… se me fue la cabeza, no sabía lo que decía y te juro que Fer estaba mal de verdad, míralo. – Los ojos de Carla estaban ligeramente húmedos e hinchados, había estado llorando.
- Ya pero… me has decepcionado, pensé que eras mi amiga, sabías lo mal que lo estaba pasando, no debiste decir eso, ¿De veras lo piensas?
- ¡No! Silvia ¡No! Estaba enfadada porque me habías dejado de lado por Luis y dije lo primero que me vino a la cabeza, perdóname por favor.
- ¿De lado? Yo… no he hecho eso. –
- Sí lo has hecho… no podías apartar los ojos de él, tía estás pillada. – Me sonrojé. - Y bueno yo no sabía qué hacer… salí fuera y me lo encontré.
- No me di cuenta, ya me lo podrías haber dicho ¿No? – Justo en ese momento entró Fer en la habitación. Tenía mejor cara.
- No sé vosotros, pero yo tengo sueño. – Dije quitando la colcha de la cama.
- Silvia gracias. – Me sorprendió la voz de Fer a mis espaldas.
- Esto lo hago por Carla no por ti. – Carla me sonrió.
- Lo sé. Te podría decir mil y una explicaciones, además quiero hacerlo pero si no me escuchaste antes, menos lo harás ahora ¿Me equivoco?
- Para nada.
- Lo siento, Sil, de verdad… Estaba confundido y…
- Cállate ya por favor. Vamos a dormir, a ver si por lo menos a ti se te pasa el colocón que llevas.
- ¿Dónde duermo? – Se había vuelto un poco pálido otra vez.
- Conmigo no, búscate la vida, si no fuera porque tu casa está lejos, te largabas que lo sepas.
- ¡Joder si quieres me voy!
- Por mí encantada. – Me metí en la cama y me tapé.
- Chicos parad ya, Fer en mi cama no cabes lo siento… Duerme en la alfombra, si quieres te doy mi almohada.
- Gracias Carla. – Dijo echándome una mirada con rabia.
Se acostó en el suelo y casi al momento se durmió. Iba a apagar la luz cuando empezó a roncar. Carla y yo nos miramos y empezamos a reírnos como locas. Ella se pasó a mi cama y me abrazó.
- Tía tienes que perdonarme, sabes que no soy así. – Dijo susurrando.
- Mmm… me lo pensaré. – Susurré haciéndome la dura.
- Venga por fa…

Empezó a hacerme cosquillas y yo no paraba de reírme y patalear hasta que se oyó un ruido. Paramos, nos miramos y ella se fue hacia Fer para taparle la boca o lo que fuera, yo apagué la luz y me tapé. Se abrió la puerta, noté que una presencia se acercaba, pero luego se fue, cerrando consigo la puerta. Carla y yo suspiramos aliviadas, decidimos que a las cinco de la mañana no es buena hora para estar jugando. Carla se metió en su cama y al poco rato nos quedamos dormidas.

Diez de Julio del dos mil nueve.
Nos despertamos a eso de las dos del medio día. Mi madre por suerte se había ido temprano y había dejado una nota. Fer tenía una resaca de tres pares de narices. Carla y yo nos cambiamos de ropa, nos arreglamos, Fer solo pudo hacer esto último y después comimos algo. Sonó el timbre de la puerta, iba de camino a abrir la puerta cuando Fer se me adelantó para abrirla él. Era Luis.

Capítulo veintidos.

Me había dejado atónita, no sé cómo pero había conseguido que quisiera repetir ese beso mil veces. Volvía a sentir las punzadas en mi estómago, pero no por Fer, sino por él. Solo él. ¿Me estaba enamorando?

Con Fer solo quise recordar lo bien que me lo pasaba con él, me enamoré de sus ojos, su belleza, su estúpido carácter… Pero él nunca se había enamorado de mí. Fui una tonta por creer que sí, ni siquiera me lo demostraba. Tantas tardes besándonos... sólo eso, besos y más besos sin ningún significado. Con Luis era diferente, me hacía feliz, lo único que necesitaba, ser feliz. Y encima me daba aquellos besos que me dejaban sin respiración, llenos de sonrisas entre ellos…

Me di cuenta de esto cuando abría la puerta de mi casa y giraba la cabeza hacia atrás para comprobar que Luis seguía ahí sonriéndome, y así era. No quería separarme de él por nada… pero si mi madre se daba cuenta de que no estaba, podía ser que me matase. Le di un beso volado y entré. Intenté no hacer ruido para no despertar a nadie puesto que eran las cuatro de la mañana. Fui recta hasta mi habitación pero me tropecé de lleno con algo y caí al suelo. ¿Pero qué demonios? De repente se encendió la luz. Mi madre salió de entre las sombras, daba miedo.

- ¿Dónde estabas? – Tenía una cara de sueño que no podía con ella ¿Me había estado esperando?
- En el bar que te dije… Y no sé dónde se ha metido Carla, he tardado tanto por estar buscándola. – Mentí, se me daba tan bien…
- ¡Encima eso! Te estado esperando y como no volvías, pensaba que te había pasado… ¡A saber qué cosas!
- Mamá, has esperado porque te ha dado la gana. Tengo diecisiete años ¿Recuerdas? ¡Libertad! – Le puse una mueca.
- No me hables así, te lo tengo dicho.
- Voy a dormir que tengo sueño – Me levanté del suelo y seguí hasta mi habitación.
- No he acabado… ¿Quién es el chico con él que estabas achuchándote? – Mierda, interrogatorio.
- Luis…
- ¿Y Fer?
- No existe. Mamá por favor pregunta mañana que tengo sueño.
- De acuerdo. ¿Carla entonces no viene a dormir?
- Supongo que no, ya tiene otra persona con quién quedarse.

Me fui hasta la habitación, me quité la ropa y me duché. Me puse el pijama y me tiré de cabeza en la cama. Cuando ya estaba pillando el sueño me llegó un sms.

Ponía “Ábreme”, de Carla. Ya estaba tardando. Fui hacia la puerta y la abrí. No vi a nadie ¿Encima vacilando? Ya estaba cerrando la puerta cuando oí unos ruidos detrás de los árboles. Me dirigí hacia allí y vi a Carla agarrando a alguien, este no paraba de vomitar.

- Ayúdame por favor, no sé lo que se ha metido y no sé dónde está su casa. – El otro paró de vomitar por un segundo y miró hacia mí, después volvió a vomitar. Era Fer.
- ¿Quieres que se quede con nosotras? – La miré con cara de asco.
- ¿Y qué quieres, qué lo deje aquí fuera?
- Es verdad, no me acordaba que te da pena, pobrecito. – Dije con voz de niña. Fer y Carla me miraron con cara de súplica. – Venga vamos, sin hacer ruido si no quieres que mi madre te mate y después me mate a mí.

Capítulo veintiuno.

Luis y yo nos pasamos toda la noche bailando y riéndonos. Después de todo, estaba feliz, porque me había dado cuenta de que Fer no merecía verme ni una sola gota de tristeza, me había dado una lección, tenía que agradecérselo y además ahora estaba Luis, que no sabía si éramos “novios”, amigos con derecho a roce o no sé… De eso ya me preocuparía otro día, ahora solo podía sentir la música.

- ¿Te lo pasas bien? – Luis interrumpió mis pensamientos.
- ¡De puta madre! – La verdad es que había bebido un poco.
- Me alegro preciosa, ya es un poco tarde ¿No crees?
- ¿Qué hora es?
- Las tres y media…
- ¡Hostia! ¿Por qué no me has avisado? Le dije a mi madre que estaría pronto en casa con…
- ¿Con?
- ¿Dónde está Carla?
- Pues… hace un buen rato que no la veo – Los dos miramos hacia atrás, derecha e izquierda y no la veíamos por ningún lado.
- A lo mejor está fuera… vamos.

Me despedí de la gente que había conocido esa noche y salimos por la puerta. Lo primero que vi fue a Fer, Dios… ¿Me lo tenía que encontrar en todas partes? Además estaba con una chica, no sentí la frecuente punzada en el estómago, iba por buen camino. Me dispuse a seguir buscando a mi amiga cuando alguien chilló mi nombre, esa voz tan aguda no podía ser otra que de Carla.

- ¡Silvia! ¡Tía estás sorda eh!
- Te estaba buscando, es tardísimo ¿Dónde estabas?
- Pues… con Fer, es que está muy mal, te has pasado diciéndole de todo.
- ¡¿Qué?! ¿Pero de qué hablas? ¿Tú sabes todo el daño que me ha hecho ese imbécil? No me puedo creer que hayas caído en sus redes. – Estaba gritando como una histérica.
- Solo lo estaba consolando, me daba pena ¿Vale?
- ¿Y yo qué? Tú más que nadie deberías saber todo lo que sufrido. – Notaba mis ojos húmedos, otra vez.
- Pues mucho no creo, liándote con Luis al día siguiente. – No daba crédito a sus palabras ¿Cómo se atrevía?
- Pero… ¿Qué dices? Yo me lié con él antes de volver a estar con Fer, si no sabes de qué hablas, mejor cállate. ¿Y a ti te llaman amiga? Vete a la mierda con él, bonita.

Y me largué, cogiendo del brazo a Luis, que había estado escuchando toda la conversación al igual que Fer. ¿Cómo le había comido el cerebro tan rápido? Carla, precisamente a ella, mi mejor amiga desde los siete años, la que siempre me hacía sonreír en los malos momentos, igual que yo a ella, la que siempre me ayudaba en todo lo que era posible, parece ser que de eso no se trata la amistad, tengo un concepto equivocado al igual que la palabra “amor”. Cuando me di cuenta, estaba llorando como una magdalena y Luis abrazándome. Sólo me quedaba él en el mundo, aparte de mi familia, que jamás me ayudaban en nada.

- No me puedo creer lo que te ha hecho… – Luis estaba tan sorprendido como yo.
- Yo menos. – Dije entre sollozos. – Cada vez me queda menos gente, lo siento si te hago algo sin darme cuenta…
- No seas boba, ellos son unos niñatos que no saben lo que se pierden. Y además puedes hacerme el daño que te de la ganas que yo siempre te querré igual. – ¡Qué mono! Realmente Luis conseguía hacerme sonreír pero aún así no sabía que responder…
- ¿Y si me lío con tu abuelo me seguirás queriendo? – Le puse una cara pícara.
- Joder Sil… - Nos empezamos a reír de buena gana y seguimos caminando – Sí, te seguiría queriendo. – Lo miré y le sonreí.
- ¿Sabes qué? Me estás empezando a gustar un poquitín… - Mentí, me gustaba desde hacía tiempo, me sonrojé.
- ¡¿En serio?! Ya era hora, ¡No sabía qué más hacer! – Volvimos a reír.
- ¿Ya tienes un plan para hacerme olvidar del todo?
- Mmm no, pero me encanta hacerte reír ¿Eso cuenta?
- Bastante… Eres el único que lo hace últimamente.
- Entonces voy bien – Sonrió, orgulloso. -¿Si te beso, te dejarías? – De repente nos paramos y él se acercó a mí, qué bien olía.
- No sería el primero. – Yo también me acerqué.
- Ni tampoco el último. – Y me besó apasionadamente, esta vez de verdad, como nunca lo había hecho antes.

Capítulo veinte.

Lo único que podía oir eran los gritos de la gente, que parecía que se divertían. La música estaba demasiado alta, me retumbaban los oídos y me dolía la cabeza, Fer y yo salimos del bar, allí todo era más tranquilo.

- Silvia, yo... - Se cortó.
- ¿Qué?
- ¿Me quieres? - Que pregunta más absurda, se me notaba en la cara que estaba desesperadamente enamorada de él.
- Ya no - Mentí.
- Si me quisieras, podrías olvidar lo que ha pasado, yo no sabía lo que hacía, había bebido mucho y... yo te necesito. - ¿Éste se cree que soy tonta? Luis lo había visto anteriormente con la tía esa. No podía dejarme llevar, no podía ni mirarle a los ojos, sino, estoy segura de que haría todo lo que me pidiera.
- ¿Me necesitas? Si me necesitases no te hubieras liado con esa. Y cuando yo te vi, no fue la primera vez ¿Me equivoco?
- Pues... yo... esto... - Se quedó con los ojos como platos, eso si que no se lo esperaba.
- Eres un gilipollas ¿Te crees que puedes estar con miles de estúpidas a la vez? Sí, podrías, pero conmigo ni lo intentes. Me he dado cuenta de una cosa, que lo nuestro el año pasado fue estupendo, maravilloso, demasiado bonito... ¿Y si cuando me decías que tenías que ir a ayudar a tu padre, te liabas con muchas otras y yo como una idiota, pensaba en ti? ¿Sabes lo que te digo? Que me has ayudado muchísimo, porque ahora sé lo que es el amor. - Noté mis mejillas húmedas, mierda.
- Silvia lo siento, yo te quería pero...
- Yo también - Salí corriendo hacia el bar, necesitaba a Carla, y sobre todo a Luis.

Los encontré bailando, el uno muy pegado al otro, con unas sonrisas muy pícaras. Lo que me faltaba. Lloré aun más fuerte. Luis me vio, pero yo me eché a correr en sentido contrario, me alcanzó, siempre lo hacía.

- Silvia ¿Qué ha pasado? - Me giré hacia él, intenté secarme las lágrimas, que más que lágrimas, era rímel corrido.
- Nada... He hablado con él y le he dejado las cosas claras...
- Vale... ¿Y cómo estás tú? - Le miré con intensidad, no hicieron falta palabras.- ¿Qué tal con Carla? Os veo muy unidos... - Miré hacia otro lado.
- Como tú no venías nos pusimos a bailar ¿Pasa algo?
- No nada, solo que Carla busca a alguien con quien liarse para olvidarse de su ex. - Esas palabras lo decían todo de mí.
- Como tú. - Me sonrió.
- No... yo no... quiero liarme contigo. - Menos mal que había poca luz, así no podía ver que me había puesto roja.
- Eso lo dices hoy, ya veremos mañana.

En ese momento cruzaba la puerta Fer, venía hacia nosotros, mierda tenía que hacer algo. Vi a Luis tan cerca de mí, tan apetecible... Me lancé sobre él y junté sus labios con los míos. De reojo vi que Fer se quedaba sorprendido y daba la vuelta para marcharse. Ufff. Solté a Luis que me miraba con cara de... ¿Entusiasmo?

- Joder, lo llego a decir más pronto... - Rió.
- No te flipes, es que venía Fer, tenía que hacer algo.
- ¿Crees que puedes usarme cuando quieras?
- Sí... eso habíamos acordado.

Le sonreí, él hizo lo mismo. Lo volví a besar, esta vez de verdad, me encantaban sus besos. Él se apartó de mí y miró a todos lados.

- No veo a Fer por ninguna parte...
- Yo tampoco - Nos sonreímos y él fue quien me besó esta vez.

Capítulo diecinueve.

Carla me había dado otra súper sorpresa, y es que se quedaba en la casa de mi tío conmigo hasta agosto. Estuvimos toda la tarde hablando, le conté todo lo que había pasado. Se quedó flipando.

- Tía lo que no te pase a ti...
- Ya... Tienes que ayudarme ¿Qué hago?
- Yo lo veo clarísimo, quédate con Luis, si todo lo que me cuentas es verdad, es un trozo de pan... y encima guapo, no sé a que esperas. - Me miró con una cara un tanto extraña.
- ¿A qué olvide a Fer puede ser?
- Mmm... De momento ¿Esta noche quedamos no? Yo también necesito conocer gente nueva... - Agachó la cabeza.
- ¿Tú por qué?
- Lo he dejado con Javi para siempre... - Rompió a llorar.
- Jo tía lo siento... - La abrazé hasta que se calmó.

Después empezamos a buscar algo que ponernos para esa noche. Carla se puso unos shorts, camiseta ancha blanca y converses rojas. Yo me puse una camisa azul de rayas blancas con mangas hasta el codo, unos shorts blancos y romanas. Estaba intentando peinarme las greñas que tenía en la cabeza cuando sonó el timbre de la puerta. Bajé corriendo a ver quien era y era Luis, tan perfectísimo como siempre, con unos vaqueros cortos negros y camiseta azul, le quedaba muy bien.

- Que guapa estás. - Me sonrió.
- Sí, sobretodo con estos pelos, pasa, voy a peinarme. - Sonrió aún más y entró.

Cuando me iba a la habitación, noté que Luis me paraba.

- ¿No me das ni un besito?
- Que pesado eres ¿No?- Le agarré la cara con suavidad, la acerqué a la mía, rozé sus labios carnosos, él esperaba a que lo besara, pero lo único que hice fue darle un beso en la mejilla.

Me fui a mi habitación, antes de entrar, me giré y vi la cara de idiota que se le había quedado, sonreí.

- ¿Quién es? - Preguntó Carla.
- Luis, nos está esperando.
- Yo ya estoy lista ¿Tú?
- Sí un momento... Ya, vamos.

Negocié con mi madre para que nos dejara ir y salimos los tres de mi casa. Por el camino no parábamos de reírnos por todo, se notaba el buen ambiente. Cuando llegamos al bar, lo primero que vi fue a Fer, sentí una enorme punzada en el estómago. Me vino a la cabeza la imagen de él besándose con aquella guarra. Sentí odio.

- ¿Quién es ese que no para de mirarte? - Preguntó Carla, Luis y yo nos miramos.
- Es Fer... - Le respondí yo.
- Ah, pues no está nada mal...
- ¡Carla!
- ¿A tu amiga le gusta todo lo que tenga rabo o qué? - Me susurró Luis al oído. Le pegué un puñetazo, de cariño.
- Sil, que viene... - ¡Mierda no! Agarré la mano de Luis con fuerza, él me miró y también me la apretó.
- Hola... - Fer nos miró a todos - Silvia, ¿Puedo hablar contigo?
- No, estoy ocupada - Luis me pasó la mano por encima del hombro y no paraba de sonreír.
- Por favor, te tengo que explicar...
- No te molestes.
- Venga Sil, no seas así, por escucharle no pasa nada - Dijo Carla, aggg, ¡me la cargo! Miré a Luis, que me decía que no con la mirada.
- Bueno, pero rápido que no tengo toda la noche.

Capítulo dieciocho.

Nos pasamos la tarde en un parque que estaba cerca de la playa, hablando y haciendo de las nuestras. Luis se pegaba mucho a mí, con demasiada confianza, no me importaba. El asqueroso de Fer no paraba de llamarme asi que decidimos apagar el móvil. Eran las cinco y media e íbamos para la playa a refrescarnos un poco... Encendí el móvil de nuevo, tenía seis llamadas perdidas de Fer y dos de Carla ¿Carla? La llamé pero no me lo cogió, qué raro. Las llamadas de Fer las borré una a una.

- ¿Pasa algo?
- ¿Eh? No nada.
- Te sigue llamando ¿No?
- Sí... A lo mejor me quiere pedir perdón...
- Que lo haga, tu ya lo has perdonado y has aprendido del error.
- ¿Y si me pide que vuelva con él? - Él me miró, preocupado.
- ...Le dices que no...
- No sé si podría...
- Que sí podrás ¿Te das cuenta de que mientras tú hablas apasionadamente de él, él está con la otra? Olvídate ya.
- Lo intento...

Luis me cogió por los hombros y me plantó un beso que no me esperaba, lo único que se me ocurrió hacer en ese momento fue apartarlo.

- ¿Pero qué haces? Que me estés ayudando no significa que me beses cuando te da la gana.
- Quería besarte y lo he hecho, no hay más explicación.
- Yo quiero darte un bofetón y no lo hago, asi que contrólate.
- Bla bla bla... ¿Pero a que por un momento te has olvidado de Fer? - Me sonrió, mostrando su preciosa dentadura
- Pues... creo que sí ¡Agggg! ¿Por qué tienes la razón siempre?
- Jaja, ya tengo la solución para hacerte olvidar - Se acercó mucho a mí.
- ¿Cuál? - Me aparté un poco.
- Besarte cada minuto.
- No te flipes guapito.
- Yo por mí lo haría - Sonrió, me pasó la mano por el hombro y seguimos caminando.

Según llegamos a la playa mi madre me dijo que nos íbamos, porque se estaban aburriendo, recogimos todas las cosas y fuimos al coche. Al cabo de un rato de estar de camino, me quedé dormida en el hombro de Luis. Entre sueños oí una voz que susurraba en mi oído.

- Preciosa, hemos llegado.

Abrí los ojos, parpadeé muchas veces hasta que vi a Luis junto a mi oído y me tenía la mano cogida. No me había dado cuenta de cuando había sucedido eso. Le sonreí y él hizo lo mismo. Salimos del coche y yo me estiré, había sido un largo trayecto. Luis se despidió de mi familia dándoles las gracias y ellos entraron a casa. Yo me quedé fuera para despedirme de Luis.

- Muchas gracias por venir conmigo Luis... y sobre todo por lo que hemos hablado...
- De nada, y por lo que no hemos hablado también... - Se mordió el labio, qué sexy.
- Sí también jajaja - Nos reímos los dos, la verdad era que me lo había pasado bastante bien con él y no quería separme ahora... tenía que hacer algo. - Luis... ¿Te vienes más tarde al bar de la playa?
- ¡Claro! Ahora no te puedes separar de mí ¿Eh?
- Es que cuanto más estoy contigo más me cuesta separarme.
- Lo sé, suelo producir ese efecto en las chicas.
- Ag ¿Por qué tienes esa máscara de creído? Porque en verdad tú eres un trozo de pan... - Se sorprendió, esa pregunta no se la esperaba.
- ¿Puede ser porque los trozos de pan nadie los quiere? Ya viste como acabamos tú y yo.
- Es diferente y lo sabes... Odio que tengas esa máscara.
- Tú sabes como soy de verdad. - Justo en ese momento me sonó el móvil, Carla.
- Espera... ¿Diga?
- Soy yo...
- Ya lo sé, te estaba llamando antes pero no me lo cogías.
- Es que no tenía cobertura, ¡Pedazo pibón!
- ¿Cómo dices?
- Mira detrás tuya.- Y colgó

Miré y ahí estaba ella... ¿Pero qué demonios hacía ahí? Le di un abrazo enorme, la echaba de menos y tenía que contarle muchas cosas.

- Luis, esta es Carla, mi mejor amiga - Sonreí.
- ¡Encantado! - Sonrió amablemente.
- Carla, este es Luis, un vecino...
- ¡El pibón del que me hablaste! Si que está bueno... ¡Encantada! - Dios, qué vergüenza, me puse coloradísima, Luis me miró y se rió, igual que Carla.

Capítulo diecisiete.

Después de ese beso tan confuso, fuimos a avisar a mi madre de que nos íbamos a almorzar a un bar de la avenida, ella aceptó. Por el camino, ninguno de los dos habló, que raro, con el orgullo que tenía Luis, no se atrevía ni a hablarme. ¿Qué puedo decir de ese beso? Me ha dejado flipada... Luis me gustaba mucho pero no lo quería, en mi cabeza seguía rondando Fer ¿Por qué tiene que ser todo tan difícil? Decidí hablarle.

- ¿Sabes una cosa?
- ¿Qué? - Se le iluminó el rostro.
- Me ha encantado el beso... en serio.
- No esperaba menos - Rió.
- Idiota, no se puede hablar contigo. - Aceleré el paso, fingiendo estar enfadada, el seguía riéndose.
- Venga ya, ¡Era broma! - Me cogió por los brazos, haciendo que aminorara, lo consiguió. - ¿Qué querías decirme?
- Pues que quiero que me ayudes...
- ¿En qué te puedo ayudar preciosa?
- A olvidar a Fer... yo sola no puedo y lo sabes. - Se le quedó una cara de idiota...
- ¿Me estás diciendo que quieres ser mi novia?
- No, solo que me ayudes, no te flipes.
- Tan borde como siempre - Cogió mi cara y me dio un beso sonoro en la mejilla.
- ¡Quita! ¿Me ayudas o no?
- Claro... empieza borrando su número ¡YA!
- Pero...
- ¡Venga!

Hice lo que me dijo, al fin y al cabo, para nada lo quería ya, cogí el móvil del bolsillo de mis shorts, y lo busqué... encontrado. "¿Desea eliminar el contacto seleccionado?" Miré a Luis que estaba observando todo lo que hacía, me quitó el móvil, esta vez con mas dulzura y borró el número. Justo en ese momento el móvil sonó y pegó un salto, yo me reí.

- ¡Qué susto! - Rió y me tendió el móvil
- Es Carla, una amiga, espera. ¿Sí?
- ¡Tía! ¡Por fin me lo coges! ¿Qué tal todo?
- Mas o menos...
- ¿Y eso?
- Después te cuento.
- Miré a Luis que me hacía señales de que se iba para que le pudiera contar a Carla, yo le dije que no.
- Es que estoy con un amigo...
- ¿Fer?- No, ni me lo nombres...
- Entonces... ¿Luis? Tía no te decides eh...
- Buf ya te contaré... tengo un lío en la cabeza tremendo - dije en bajo.
- Vale, pues ¡Adiós guapa!
- Adiós Carlita - Y colgó.

- No tienes que estar mas o menos, ¡Tienes que estar súper bien! - Dijo Luis.
- Ya... ¿Tú tienes hambre? - Puse cara de asco.
- La verdad es que no mucho... ¿Y si pasamos de comer y te llevo a un parque que hay por aquí?
- Me parece genial - Sonreí ampliamente.
- ¡Pues vamos! - Yo caminé delante y él me susurró al oído.
- Adoro tu sonrisa, lo sabes ¿Verdad? - Me mordió suavemente la oreja.
- No sé si es verdad o es una técnica para hacerme olvidar, pero funciona...
- Jajajaja, todo lo que te diga va a ser verdad.
- Mmmm.. Intentaré estar preparada.

Capítulo dieciseis.

Nuestros labios seguían rozándose, él esperaba a que yo le besara. Que va, no podía seguir resistiéndome a aquellos labios tan perfectos, opté por dejarme llevar, olvidarme de todo lo que había pasado con Fer. Ahora fui yo la que me iba acercando a él y...

- Eh... siento interrumpir. - No me lo podía creer, mi hermano. Luis se quitó de encima súper rápido, se puso rojísimo. - Sil, dice mamá que dónde vas a comer...-
Em.. dile que ahora voy y le digo. - Yo también sentí como mis mejillas se encendían.
- ¡Vale! - Y se fue.

Observé como mi hermano se marchaba, luego miré a Luis y nos echamos a reir.

- Que vergüenza, como se lo diga a tu madre...
- Más te vale que no, si no te espera una buena jaja.
- Buff... Bueno te todas formas no ha pasado nada ¿no?
- ... No, ni pasará pillín.
- Ya claro, por eso te estabas acercando a mí, bueno da igual, ya te besaré en otro mometo. - Me guiñó un ojo
- ¿Cómo? No te dejaré.
- Eso lo veremos.

En ese momento sonó mi móvil. Cogí y miré quien era, Fer. Me quedé un rato mirándolo, mientras sonaba. Luis apareció detrás mía y me dijo al oído:

- ¿No lo coges? - Le enseñé quien era, me arrebató el móvil de las manos y contestó él mismo.
- ¿Diga?
- ...
- No, Luis, ¿Qué coño quieres?
- ...- No quiere saber nada de ti ¿entiendes? Estamos tranquilamente en la playa.
- ...
- No hablarás con ella porque no lo permitiré.
- ....
- Que te den. - Colgó y me dio el móvil, yo estaba petrificada mirándole.
- ¿Q-Qué Quería?
- Hablar contigo. Y no le he dejado.
- Pero... ¿Tú quien te crees? ¿Y si quería hablar con él? Eres idiota joder ¡y además me confundes! ¡Y tampoco tienes derecho a estar intentando besarme cuando sabes que estoy mal por él! Gilipollas - Cerré los ojos para intentar relajarme. Él seguía a espaldas mías. Guardé el móvil en el bolso y me levanté. Tenía que buscar un sitio donde almorzar. Noté que me cogían de la mano.
- Silvia espera, todo esto tiene una explicación... No lo puedo evitar, desde que te chocaste conmigo aquel día, me tienes loco. Lo pasé fatal cuando vi el brillo en tus ojos al ver a Fer aparecer, el brillo que te faltaba cuando estabas conmigo. Porque no entiendo que le veías a ese gilipollas que te pone los cuernos a la primera de cambio, no entiendo porqué tienes que estar sufriendo si sabes que yo siempre estaré detrás tuya como un perro faldero, aunque ya sé que nunca me querrás como a él. Que también sé que saliste conmigo esos días para olvidarte de Pablo, Fer o quien sea. Eres única, puedes ser todo lo borde que quieras pero a la vez eres cariñosa, cuando te vi aparecer en la playa el otro día, tan preciosa... sentí que me daba un vuelco al corazón. por todo esto creo que te quiero.
- Luis... Yo... - Se me saltaron las lágrimas - Quiero que sepas una cosa, no salí contigo para olvidarme de esos, sino porque me gustabas muchísimo, hasta el punto de creer que te quería, porque contigo era diferente, me olvidaba de los problemas, me hacías sentir especial y eso me encantaba. Y sí, sufro por ese gilipollas porque Fer, el año pasado me decía tantas cosas bonitas como las que me estás diciendo tú ahora y mira como ha acabado - Lloré mas fuerte - ¿Cómo sé que cuando me vaya no harás tú lo mismo? Que veas a una surfera que esté buenísima y te vayas con ella ¿eh?
- Silvia, eso nunca lo sabremos pero si sé lo que siento ahora, y no lo había sentido por nadie, y si Fer te quería como yo ahora, puedo jurarte que no te hubiera puesto los cuernos. - Lo abrazé.
- Yo sólo quiero olvidarme de Fer.
- Yo podría ayudarte. - Me miró con intensidad y me secó las lágrimas.
- No sé Luis, deja que piense un poco...
- No.
- ¿Qué?
- Que te calles.
- ¿Pero de qué vas? Tú...

No pude acabar la frase porque sus labios se juntaron con los míos con dureza, yo intenté librarme de sus brazos, que ahora estaban en mi cintura, pero no pude, pensé en morderle, pero no. Le di de golpes en su pecho pero tampoco reaccionó. Ahora que lo pensaba, añoraba sus besos, tan salvajes pero a la vez tiernos... Al final me dejé llevar, nuestros alientos hacían una mezcla perfecta. Fue perfectísimo, estaba en lo mejor del beso cuando él se separó y me miró. Me sonrió, yo hice lo mismo y esta vez fui yo quien lo besó.

Capítulo quince.

Llegamos a la playa, no tenía ni idea de donde estaba, solo sabía por lo que me habían dicho, que era la mejor de la isla y no cabía duda por la masa de gente que había. Estuvimos un largo rato buscando un sitio, y al final lo conseguimos. Mi familia se puso en un lado y Luis y yo en otro. Nos quitamos la ropa y colocamos la toalla para sentarnos encima. Me vino a la mente Fer... todo el tiempo que habíamos estado juntos, al fin y al cabo todo a la mierda...

- ¿Vamos al agua? - Luis interrumpió mis pensamientos.
- No me apetece... vete tú.
- No, no... ¿Y si hacemos algo? Es que me aburro...
- Pues si te aburres vete a ligar con esas dos - señalé a unas extranjeras bastante guapas que estaban delante nuestra - Llevan tiempo mirándote.
- Mmm... ¡Vale! - Se fue hacia ellas y se presentó con todo el morro del mundo.
- Pero será...

No paraba de sonreír mientras hablaba con ellas, y ellas le echaban unas miraditas...De pronto las extranjeras empezaron a tocarle toda la tableta, joder ya se que está bueno pero... ¿Qué confianzas son esas? Me levanté y fui hacia ellos.

- Lo siento zorritas pero ya está cogido. -Y me llevé a Luis de allí.
- ¿Perdona? Me dijiste que ligara con ellas.
- Joder que te estaban tocando todo, llego a ir un poco más tarde ¡y se te montan encima!
- Jajaja... Me da que alguien está celosa...
- ¿Quién? Porque yo no
- Tú sí...- Se acercó mucho a mí, podía sentir su aliento.
- Em... ¡más quisieras tú! - Y salí corriendo hacia el agua y me tiré en bomba.

Luis corrió también hacia el agua y fue hacia mí. Dios, con el pelo mojado era aún más guapo ¿Podía ser eso posible?

- Está helada brrr. - Dije.
- La verdad es que un poco... Ven - Me cogió por la cintura y me abrazó por detrás.
- ¿Y esas confianzas? Quita - Intenté soltarme pero no pude.
- Era para que no tuvieras tanto frío antipática. - Me soltó y me hundió la cabeza hasta el fondo del agua. Cuando intenté salir, vino una ola y me hundí más, al final pude salir y no vi a Luis por ninguna parte. Me dirigí hacia donde estaban nuestras cosas y lo vi tumbado en su toalla boca abajo, tan tranquilo.
- ¡Te vas a enterar! - Me senté encima de su espalda, lo cogí por los pelos y le enterré la la cara en la arena. No podía parar de reírme, en cambio él tenía una cara de cabreo impresionante.
- Yo no me río.
- Es que no te has visto la cara jajajajaja.- Se levantó e intentó sacudirse un poco, luego se puso encima mía y me agarró por las muñecas.
- ¿Y si para vengarme te beso? ¿A qué ya no te ríes tanto?
- Atrévete.
- No sería el primero que te daría.
- Pero si el último porque te partiría la cara.
- Correré el riesgo... - Se acercó a mis labios, pero yo aparté la cara.
- Te muerdo...
- ¿Segura?

Siguió acercándose pero yo me apartaba, hasta que soltó mis muñecas para agarrarme la cara, yo ya no me podía resistir a esa sonrisa de victoria que tenía estampada en la cara, esos ojos verdes intensos que me hipnotizaban, ese cuerpazo que hacía que me dieran escalofríos por todo el cuerpo, sus labios rozaban los míos...

Capítulo catorce.

Nueve de Julio del dos mil nueve
.
- Silvia ¡Despierta ya! Mira que te dije que había que salir temprano.
- Que sí, ya voy...

Mi madre fastidiando. Joder ¿qué hora era? Ni las nueve... mi madre está loca. Me levanté y me fui al baño, cuando me miré al espejo, pensé que se iba a romper de lo fea que estaba. Tenía los ojos súper hinchados y las ojeras eran tremedas... ¡Qué horror! Me arreglé como pude mientras mi hermano me metía prisa. Fui hasta la cocina a desayunar, allí se encontraban los tres desayunando, sin mí.

- ¿Por qué hay que ir a la playa tan temprano? No lo entiendo...
- Aparte de que hay un largo trayecto, tenemos que coger los mejores sitios! - Dijo ilusionada mi madre.
- Lo que tu digas...- Silvia, ¿No iba a venir tu amigo?
- Iba... Ya no.
- ¿Y no tienes más amigos? Para que no te aburras digo, porque conmigo no vas a jugar - Saltó mi hermano.
- No pensaba hacerlo y sí claro que tengo - En ese momento me vino a la cabeza la imagen de Luis, sonreí.

Salí corriendo por la puerta a avisar a Luis si quería venir, lo último que me apetecía era aguantar a los pesados de Ale, mi madre y mi tío. Cogí el móvil para enviarle una perdida, por si acaso su familia estaría durmiendo, marcaba su número cuando alguien me tocó el hombro, me giré y lo vi.

- ¡Hola! ¿Nos vamos? - Fer se dirigía a besarme, pero yo lo aparté.
- ¿Qué coño haces? ¿No viste mi sms? ¡Largo! - Me dieron ganas de escupirle.
- Hey ¿qué te pasa guapa? Tienes un careto...
- Dijo con tono burlón- Te vi ayer liándote con otra, gilipollas. - Se quedó pálido. En ese momento Luis salió de su casa con unos pantalones cortos azules y sin camiseta.
- ¿Qué es todo este jaleo? Hay gente durmiendo ¿sabéis?
- Tu cállate imbécil, Sil te lo puedo explicar todo... - Dijo Fer.
- No hace falta que me expliques nada, tengo ojos. Y lárgate que no pintas una mierda aquí.
- Me fui hacia Luis.
- Eres una niñata que va de tío en tío rompiendo corazones, esperando a que después de un tiempo sigan latiendo. Anda y que te den - Y se fue.

Se me humedecieron los ojos, pero no tenía fuerzas para llorar

- Será capullo el tío este - Dijo Luis, enfadado.
- Yo ya no sé que hacer... Me quiero morir, así dejo de romper corazones.
- No seas boba y ¡no le hagas caso a ese!
- Bueno... - Me sequé las pocas lágrimas que me habían caído - Yo te iba a llamar ahora ¿Quieres venir conmigo y mi familia a la playa?
- ¿Yo? Pues... no sé, tenía planes.
- Entonces nada, que sepas que eres lo único que tengo aquí y te necesito para que me alegres el día, que me hace mucha falta, pero si tienes planes, pues nada... - Lo miré con cara tristona.
- ¿Me vas a obligar a ir?
- ¿Yo? Para nada...
- Es que si lo hicieras no me importaría... - Me sonrió. - Claro que voy ¡Todo por una amiga! Espérame que ya bajo.

Fui corriendo hasta mi casa para decirle a mi madre que ya tenía amigo con quien ir y ayudé con los bolsos y sombrilla para meterlos en el coche. El coche era de mi tío y era un Renault Clio, un poco pequeño para ir todos. Luis salió de su casa, guapísimo como siempre. En cambio yo, tenía unas pintas espantosas. Se lo presenté a mi madre, que parece que le cayó bien, seguro que por lo guapo, a mi tío, indiferente y a Ale, un amigo más, ya que tenían la misma edad mental. Subimos al coche y yo me puse a escuchar música con el Ipod. Íbamos demasiado apretados, y sin querer las manos de Luis y las mías se rozaban, él jugaba con mis dedos, mientras yo, solo sonreía.

Capítulo trece.

Di un salto en la cama. ¿Qué demonios había sido eso? ¡Son las dos de la mañana! Me levanté de la cama y fui hasta la ventana. No vi nada, la abrí y lo primero que sentí fue una piedra que había sido arrojada en mi cara.

- ¡Ay, qué dolor!
- ¡¡Sil!! Perdona, ¿estás bien? Baja un momento por favor...
- ¿Luis? ¡Te voy a matar! ¿Tú sabes la hora que es?
- Mmm.. ¿las dos no? - Sonrió.
- ¡Sí! ¡Y quiero dormir!
- Confía en mí y baja, tenemos que aclarar un tema.
- Grrrr... vale.

¿Qué quería este ahora? Me cambié rápidamente de ropa, no era plan de salir con mi pijama de hello kity, me puse unos pitillos grises y una camiseta básica blanca. Salí de mi habitación sin armar ruido, aunque no me importaba mucho que a mi madre le molestase. Abrí la puerta y salí.

- Bueno ya, ¿qué querías?
- Vamos.

Me cogió de la mano y me llevó corriendo calle abajo. No entendía nada. Luis olía un poco a alcohol, pero no demasiado. Llegamos a la avenida de la playa y caminamos un largo rato sin decir palabra. Él se paró en frente de un local, tipo discoteca, ¿me quería llevar a bailar a esa hora? Pues las llevaba claras... Entramos, el local molaba, tenía un decorado chulísimo, todo tipo surf y había gente, bebida y música por todas partes. Fuimos hasta un lugar del local más tranquilo donde habían unos sillones con gente jugando a las cartas, dos liándose... Los dos que se estaban liando eran una tía con pinta de guarra a más no poder que estaba encima del chico, y el chico era... Fer. No me lo podía creer, solo quería hacer una cosa en aquel momento: suicidarme. ¿Pero qué he hecho yo para merecer esto? Rompí a llorar, él ni siquiera levantó la cabeza para ver que estaba en frente de sus narices. Lo malo de todo esto es que ya me lo había dicho Luis, pero no lo creí. Sentí un tirón en el brazo que me empujaba hacia atrás, era lo único que podía sentir aparte del mar que corría por mis mejillas. La música, la gente... todo se había esfumado para mí. Luis y yo nos encontrábamos fuera del local, él me abrazó y yo le correspondí.

- Lo siento, lo siento, lo siento. Pero no podía estar bien sabiendo que él te estaba fastidiando...
- Luis... siento no haberte creido, joder ¡soy una estúpida! Si él no hubiera aparecido, yo no te hubiera dejado y... estaríamos muy bien... - Dije entre lágrimas.
- No te culpes, el estúpido es él que no sabe lo que se pierde - sonrió.
- ¿Por qué me pasan estas cosas a mi? ¿Me lo explicas? Fer, Pablo, Fer.. ¡aggg! - Me puse a patalear como una loca.
- ¡Tranquila Silvia! - Respiré hondo y me limpié la cara como pude, ese cabrón no merecía mis lágrimas.
- Solo espero que al menos tú me perdones algún día.
- Pero si no hay nada que perdonar - Me iluminó con una de sus mejores sonrisas.
- Luis en serio, gracias, no sé porque haces todo esto, pero gracias.
- ¿Todavía no lo sabes?
- No... ¿por qué somos amigos?
- Mmm.. sí... dejémoslo así. Vamos a casa que es tarde.

Por el camino él no paraba de consolarme, de abrazarme... de verdad que chicos como él ¡ya no existen! Cuando llegamos a las entradas de nuestras casas, fui a despedirme de él y sin querer le di un pico...

- Uy perdón, yo no...
- Nada tranquila no pasa nada - Se tensó.- Luis, ¿me das tu número de móvil? Por si mañana te necesito, llamarte, si no te importa. - Parece que eso lo relajó un poco.
- ¡Claro! Pero, ¿mañana no vas a estar aquí?
- Que va, me voy a una playa lejana con mi familia todo el día - dije con tono triste, él parece que lo notó.
- Te llamaré a todas horas para que no te aburras - Me guíñó un ojo. Que mono.
- ¡¡Gracias Luis en serio!! - Lo abrazé, y nos quedamos un largo rato así, abrazados. ¿Por qué siempre tengo que estar enamorada del chico equivocado? Me odio.-
Mmm... no sé tú pero yo tengo sueño, deben de ser las tres...
- ¡si perdona! Buenas noches guapo y gracias. - Le di un beso en la mejilla.
- Buenas noches guapa.

Entramos cada uno a su casa, me puse el pijama otra vez y me metí en la cama, no había forma de dormir y al final acabé llorando, pensando en el asqueroso de Fer. Necesitaba a Luis para que me consolase, cuando estaba con él se me pasaban estos llantos inútiles.

Capítulo doce.

Me separé de él y contesté.

- ¡¿Sí?!
- Hola hija, vuelve ya que tenemos que cenar y acostarnos temprano.
- Jo mamá.
- ¡YA! - Y colgó.

Grrr ¡en el mejor momento! Bueno ya habrá mejores...

- Fer, que me tengo que ir...
- ¿No te puedes quedar un ratito más? - Dijo abrazándome.
- No... mi madre me obliga...
- Jo vale, pues te acompaño.

Por el camino no parábamos de jugar, dándonos piquitos, parecíamos niños pequeños. Algunos ancianos que andaban por ahí nos envidiaban, quizá ellos ya no podrán hacer lo que nosotros hacíamos; jugar, amar... Llegamos a mi casa.

- Preciosa, ¿mañana quedamos?
- Imposible.
- ¡¿Por qué?!
- Me voy a la playa con mi familia...
- Ams, ¿y si me voy con vosotros? A tu madre le caigo bien...
- ¡¡Genial!! Entra y díselo. -Sonreímos.

Le abrí la puerta y esperé a que entrara, yo ya estaba entrando cuando escuché mi nombre no muy lejos. Miré hacia atrás y Luis estaba sentando en el borde de la acera de su casa. Me hacía señales con la mano para que fuera. Me lo pensé, después de dejarlo por Fer, no podría hacer otra cosa ¿no?

- ¡Hola Luis!
- Hola guapísima, ¿que hacías?
- Pues estaba en la playa con Fer haciendo surf y ya nos hemos vuelto - Le dije feliz.
- Ah... pues yo te quería decir una cosa...

En ese justo momento salió Fer de mi casa y se dirigió hacia nosotros.

- ¡No me ha costado nada convencerla! Me encanta tu madre.
- ¡No te enamores de ella!
- Jajaja, no tranquila, me gusta más su hija - Me besó.
- Yo ya me voy, hasta mañana preciosa - Y me volvió a besar. - Adiós Luis.
- Adiós... - Dijo apartando la mirada. Observé a Fer alejarse.
- ¿Qué me tenías que decir? - Volví a la conversación de antes.
- Mmm.. no sé si decirtelo.
- Venga Luis dímelo, que me tengo que ir.
- Si no me crees allá tú... He visto a Fer con otra. - Se me quitó la felicidad del golpe. ¿Cómo? Imposible, seguro que se lo estaba inventando para que volviese con él, mala jugada Luis.
- Ya claro, no te inventes.
- ¡Es verdad!
- ¡Luis no pensé que fueses así! Solo quieres que vuelva contigo.
- ¡Qué no! No me creas, pero cuando te haga daño, no vengas a llorar en mi hombro. - Y entró en su casa.

Era imposible, ¿cómo iba a estar con otra? También sé que Luis no es de ese tipo de persona... Se habrá confundido. Entré en casa y todos estaban en la mesa cenando, me uní a ellos. Después de eso, fui a mi habitación y encendí el portatil, miré el tuenti, tenía unas cuantas cosas, las estuve mirando y más tarde me decidí por llamar a Carla.

- Tia que fuerte, ¿y tú piensas que puede estar con otra?
- Es que no sé, a lo mejor... ha pasado mucho tiempo desde lo nuestro... ¿y si Luis tiene razón?
- Puede ser, mejor cancela lo de mañana con Fer y ya hablarás con él. Y respecto a Luis... habla con él y ¡pídele explicaciones!
- Mmm.. vale te haré caso, ¿qué tal tú con Javi?
- ¡Pues hemos vuelto! Gracias a ti ¡como no! ¿Sabes que Pablo ya tiene a otra?
- No me extraña, bueno me voy a dormir, que mañana me tengo que despertar tempranito.
- Vale adiós guapa, te quiero.
- ¡Y yo! - Y colgué.

Cuando miré el portatil otra vez, tenía un mensaje privado, era de Luis, y ponía:

Sil en serio, tienes que cortar con él lo más pronto posible o te hará daño, yo solo quiero que seas feliz y lo sabes. No te mentiría con un tema así.

Yo le respondí:

Pero yo que hago Luis? Estoy enamorada de él desde hace montón... Ayúdame :(

Después de eso le mandé un sms a Fer diciéndole que lo de mañana se cancelaba y que tenía que hablar con él. No sabía si estaba haciendo lo correcto, pero después de todo... Luis, no sé, siempre me había ayudado. Esperé a ver que me contestaba... pero se hacía tarde y nada, me fui a la cama. Cuando ya estaba en un profundo sueño, me despertó un golpe contra la ventana.

Capítulo once.

- ¿Luis? - Imposible, acaba de salir de su casa, sonreí aun más.
- No - Fer me quitó las manos de los ojos y me miró con cara de pocos amigos. Yo me empezé a reir.
- Sabía que eras tú tonto. ¿A qué viene esto?
- Te quería dar una sorpresa... e invitarte a hacer una cosa.
- Mmm.. yo te tengo que decir algo.
- ¿El qué?
- Ya está todo solucionado con Luis, ¡somos amigos!
- ¡Qué bien! - Una sonrisa de oreja a oreja apareció en su cara.
- Eso no significa que tú y yo tengamos algo, pillín. - Mentí. era lo que más deseaba.
- Claro, claro... Lo que te iba a decir, esta rosa es para ti - La cogió del suelo y me la dio.
- Es preciosa - sonreí.
- No más que tú. ¿Te vienes a hacer surf conmigo?
- Hacer surf... ¿yo?
- Claro, yo te enseño.
- Pero es tarde ya... además mi madre me dijo que tenía que estar pronto en casa.
- ¡Qué forma de darme largas eh!
- No, no... yo quiero pero...
- Pregúntale a tu madre por fa, para recordar viejos tiempos con el atardecer. - Cuando dijo esa palabra no dude en decirle que sí, tenía tantas ganas de estar con él en la playa...
- Mmm, ¡vale! espera aquí - Le di un beso en la mejilla y entré en casa.

Le pregunté a mi madre si me dejaba ir con un viejo amigo a la playa a "hacer" surf. Me preguntó qué viejo amigo y se lo dije, enseguida me dijo que sí, parecía que le gustaba Fer para mí... ¿y a quien no? Que bien. Cogí lo esencial para ir a la playa y me decidí a salir por la puerta.

- ¡Vuelve pronto! Te llamo a eso de las nueve para que vuelvas, ¿vale?
- Si mamá, lo que tu digas. - Salí y Fer estaba esperándome.
- ¿Nos vamos?- Me dijo.
- Claro, pero si vamos a hacer surf... ¿dónde está tu tabla?
- Nos espera en la playa hace rato. - Se rió.
- ¿Y si no llego a ir?
- Te habría convencido de todas formas - Dijo acercándose a mí, podía sentir su respiración, me temblaban las piernas.
- Já, no lo creo guapito de cara, venga vamos. - Uffffff

Llegamos a la playa y habían unos cuantos chicos con sus tablas de surf preparadas, las olas eran enormes, ya entendía porqué iban a esa hora, también habían chicas, que valientes eran.
- Hola, esta es Silvia, una vieja amiga.
-¡ Hola Silvia! - Me dijeron todos a la vez, Fer me los presentó a todos y cada uno de ellos, se me olvidaron los nombres al segundo.

Después Fer se quitó la camiseta y me quedé flipando, tenía mejor cuerpo que el año anterior, me sonrojé y él parecio que me había visto, mierda.

- ¿Qué miras? - Dijo sonriendo.
- Ehh.. nada jeje - Disimulé como pude.
- Venga vamos al agua y te enseño como se hace surf.
- Vale...

Nos fuimos al agua y los dos nos sentábamos en la tabla y cuando venía una ola nos levantábamos, como era obvio, nos caíamos, pero no podíamos parar de reír. Ya era tarde cuando le dije de salir del agua, él me dijo que le esperara, que el iba a seguir practicando un rato. Lo hacía verdaderamente bien. Me sonó el móvil, seguro que era mi madre para que volviese.

- ¿Sí?
- Hola soy Luis
- Eh hola Luis... ¿cómo tienes mi número?
- Me lo dio tu hermano, muy simpático por cierto, te llamaba para decirte que si podemos quedar mañana. Tú y yo solos no claro, llévate a Fer y él que lleve a sus amigos, a algunos los conozco.
- Mmm.. ¿mañana? creo que no puedo... me voy con mi famila a otra playa - En ese momento llegaba Fer del agua, me miró extrañado.
- Oh que pena... Bueno pues ¿pasado te parece bien?
- Ya veré si tengo planes, cuando lo sepa te digo ¿vale?
- Vale, ¡adiós guapa!
- Jaja adiós. - Colgué.
- ¿Quién era? - Preguntó Fer.
- Luis, para que quedemos un día.
- ¿Vosotros solos? - Me miró con cara de pánico.
- No bobo, contigo y tus amigos también.
- Ah vale... ¿damos un paseo?
- ¡Claro! Tus amigos ya se han ido..
- Ya veo ya... oye Sil.
- Dime.
- ¿Podría pasar algo entre nosotros en el tiempo que estemos aquí?
- Mmm no lo sé Fer, cuando te fuiste lo pasé muy mal... y si me pasara lo mismo, me moriría.
- Vale... Te tengo que dar una noticia.
- Suéltala.
- Me mudo.
- ¿A dónde?
- ¡A aquí!
- ¿QUÉ? ¿En serio? ¡No me lo puedo creer! - Me tiré a sus brazos, aunque todavía seguía algo mojado. - ¡Estaremos súper cerca!
- Sí... por eso, te pregunto otra vez, ¿podría pasar algo entre nosotros?
- Mmm.. no lo sé. - Me separé de él y me hice la dura.
- ¿No sabes? - Se sorprendió.
Yo salí corriendo por toda la playa, pero él me alcanzó y me agarró por la cintura.
- ¿Y si te digo que te quiero? - Dijo acercándose a mis labios.
- Si me lo dices de verdad... - Me acerqué aun más a él.
- Te quiero Sil.
- Te quiero Fer.

Y me besó. Su boca sabía a mar, sus besos eran diferentes a los del año anterior, tenían más madurez, pero me volvían loca. Llevábamos un rato besándonos cuando me sonó el móvil. Joder, que oportuno.


Capítulo diez.

- ¿Diga?
- ¿Ya te has olvidado de mi zorrita?
- ¡CARLA! ¡Tía que se me ha olvidado llamarte! Bueno tu tampoco te has acordado ejem ejem.
- Jajaja es verdad, lo siento... pero es que me han pasado una de cosas...
- Si yo te contara las mías... ¿Pero por qué llamas a esta hora?
- Es que... acabo de venir de una fiesta ¡y pensé que podrías ayudarme!
- ¡Yo también acabo de llegar de una! A ver cuentamelo todo.

Me contó que había cortado con Javi hace dos días porque él dijo que no la quería, pero en la fiesta que habían ido los dos... se habían besado, y no sabía que hacer. Yo le di algunos consejos y empezé a contarle lo mío, le conté lo que había pasado con Luis y con Fer, no daba crédito a mis palabras. Seguimos hablando hasta que yo bostezé y le dije a Carla que quería irme a dormir ya que eran las cuatro de la mañana.

- Bueno pues ya hablamos, pero ¡que no se te olvide llamarme!
- Lo mismo digo bonita, y ya verás que todo te sale bien con Javi...
- Eso espero... Adiós guapísima, te quiero
- ¡Te quiero! - y colgué.

Caí rendida en la cama, la verdad es que se me pasaba el tiempo volando cuando hablaba con Carla. Me quedé dormida enseguida, el día había sido larguísimo.

Ocho de Julio del dos mil nueve.
Me levanté cerca de las doce, no desayuné porque sino después no almorzaría. Mi madre estaba en el salón viendo álbunes, seguramente de mi tío y ella de pequeños. Me senté en un sillón aparte y encendí la tele, no había nada que ver. Mi madre me miró con aire de superioridad.

- ¿Ayer saliste?
- Sí.
- No me pediste permiso.
- Tampoco te importa.
- No seas así, sabes que me preocupo por ti.
- Si seguro, hoy no tengo ganas de hablar.
- Ningún día tienes ganas de hablar- Lo dijo con tono de tristeza.
- Bueno, ¿hoy me dejas salir?
- Sí pero no llegues tarde, que mañana nos vamos todos a una playa fuera de aquí.
- Qué divertido- Y salí del salón.

Llegó la hora de comer, Ale, mi madre y mi tío no pararon de hacer bromas, hablar y hablar... parecían felices. En cambio yo, no hablé en toda la comida, cosa que a nadie le importó. A eso de las cuatro y media salí de casa dispuesta a hablar con Luis, si me abría la puerta. Toqué en su casa y nadie me respondía, lo intenté varias veces y al fin me abrió, tenía el pelo despeinado pero igualmente guapo.

- ¿Qué quieres? - Dijo con voz fría.
- Hablar contigo... ¡por favor déjame entrar! - Se lo pensó dos veces antes de abrirme la puerta y dejarme pasar.
- Habla.
- Te lo explico desde el principio ¿vale? - Le dije todo lo que había pasado, desde el año anterior con Fer, que nuestros destinos se habían separado por culpa de donde vivíamos, hasta ayer.- Y pues eso, yo no te estaba utilizando ni nada ¿eh? Al principio creí que te quería, me haces sentir que yo soy lo único importante en cada momento, nadie me había hecho sentir feliz de esa forma...
- Es que eres lo único importante para mí en cada momento... - Me miró con cara de súplica.
- Pero Luis, yo te quiero, pero como amigo, porque sé que puedo contar contigo en cada momento y sé que me escucharás en todo lo que te diga, ya sé que es lo típico que se dice, pero es que es la pura verdad - Le cayó una lágrima por su mejilla. - Luis por favor no me hagas esto, que es muy difícil para mí...
- ¿Lo quieres?
- ... Creo que sí.
- Vale, ¿te puedo pedir una cosa?
- Claro, lo que tú quieras.
- Sé feliz con él y no te preocupes por nada... aprovéchalo. - Se me saltaron las lágrimas, ¿cómo podía ser tan perfecto? Hasta comprensivo... Lo abrazé sin dudarlo y él me correspondió, luego seguimos hablando un rato. Ya eran cerca de las seis cuando le dije que me tenía que ir a casa, el lo comprendió y nos despedimos.

Salí de su casa y me dirigí hacía la mía, cuando llegué a la puerta, me percaté de que había una rosa roja en la alfombra, la cogí y sonreí. Alguien me tapó los ojos con las manos.

sábado, 22 de mayo de 2010

Capítulo nueve.

¿Pero de verdad deseaba besarle? Estaba tan confusa... el seguía acercándose a mí, como si estuviera esperando a que diera yo el paso... solo me hizo falta una mirada suya para saber lo que yo quería, pero...

- ¿Silvia? ¿Qué... haces?

Oh mierda. Luis. Sus preciosos ojos me miraban con decepción, dolor, confusión... todas las expresiones posibles en aquella mirada.

- Luis, espera te lo puedo explicar, él me estaba diciendo que...
- Ahórratelo guapa, si vas a morrearte con cualquiera siempre que me dejes solo, pues sigue así, que vas bien. Lo malo es que yo fui tan estúpido de haberme enamorado de ti. - Dijo con tono triste, se dió la vuelta y se fue.
- ¡No! Luis espera, ¡qué no ha pasado nada! - Corrí tras él pero ya era demasiado tarde.
- ¡Joder, mierda hostia! - Rompí a llorar.
- ¿Por qué me pasan estas cosas a mí? ¿Por qué? - Miré a Fer, que todavía estaba allí.
- Silvia, tranquila, que ese idiota no sabe nada, además ¿lo conoces de hace cuanto? ¿dos días? por favor.
- ¿No entiendes o qué? Puede que lo conozca de hace pocos días, pero lo quiero. - Esas palabras parecieron que le dolieron.

A lo mejor a Luis lo quería, pero como un amigo, me acababa de dar cuenta, pero él, no lo veía de esta forma. Tenía que hablar con él ya. Salí caminando en dirección a la casa de Luis, pero alguien me detuvo.

- ¿A dónde te crees que vas? ¿Me dejas aquí solo?
- Lo siento pero tengo que hablar con Luis.
- Por favor no te vayas, habla con él mañana.
- Pero es que ni siquiera ha pasado nada entre nosotros, él se ha enfadado y encima ¡creo que me ha dejado! - Seguía llorando.
- Relájate, ya verás como lo entenderá. - Me secó las lágrimas y me abrazó, verdaderamente, lo echaba de menos... pero Luis... ¡¡No sabía que hacer!!
- Fer, yo... estoy confundida.
- ¿Por qué?
- Porque no sé si lo quiero a él como un amigo o no, y porque cada vez que te veo... - Sentí que las mejillas me quemaban - me da un vuelco el corazón...
- Fer se quedó tenso.- Pero tú... yo... me dijiste que no me querías y...
- Fer por favor...
- Yo solo sé una cosa.
- ¿El qué? - Le miré a los ojos.
- Que te quiero y que esperaré a que resuelvas tus dudas, ¿vale?
- Yo.. no sé que decir... Me tengo que ir ya.

Y sin más me fui de allí, directamente para mi casa. Solo tenía ganas de llorar, reír, dormir... Era una sensación extraña, me sentía como una mierda por Luis, porque sé lo que jode que te pongan los "no cuernos" en este caso, y él me hacía sentir única a cada momento y no le quería hacer daño, pero por otra parte, me sentía feliz, al saber que Fer estaba aquí, que después de un año entero, lo volviese a ver, y saber que me quería, que me estaría esperando todo el tiempo que quisiese, lo quería tanto... Tenía que aclararme... no sabía que hacer, pero lo tendría que hacer pronto. Llegué a la puerta de mi casa, vi que en la casa de Luis había una luz encendida, quizá la de su habitación, pero no le di importancia. Abrí la puerta de mi casa y entré, eran cerca de las dos de la mañana. Si que había pasado el tiempo. Subí a mi habitación, quité todas las cosas que tenía sobre la cama, y me tiré en ella, sin ni siquiera quitarme los zapatos. Pensé en todo lo que había pasado... hasta que me entró el sueño, cuando ya me estaba quedando dormida, sonó mi móvil.

Capítulo ocho.

Hora de prepararme, le cogí prestado un vestido a mi madre, no creo que le moleste y como llevamos casi la misma talla... Era un vestido informal, blanco y por encima de las rodillas. No me maquillé mucho, cogí mi bolso marrón que me hacía juego con las romanas marrones que llevaba y salí por la puerta. Allí estaba Luis, guapísimo, con unos pantalones cortos, camiseta ajustada y cazadora. Corrí hasta él y me besó.

- Estás preciosa...
- ¡¡No tanto como tú!

De camino a la playa no hablamos casi nada, íbamos caminando cogidos de la mano, con las miradas apartadas.
Llegamos a la playa y había muchísima gente, buscaba con la mirada a Fer, pero no lo veía, me da que Luis se dio cuenta, pero no dijo nada. De pronto alguien me tapó los ojos y la mano de Luis y la mia se separaron.

- Pero ¿qué? ¿Quién es? ¡Suéltame! - Sabía que era Fer, es al único que conozco aquí aparte de Luis.
- Soy el nene que hace que tus piernas tiemblen al verme pasar - Me dijo al oído y me soltó partiéndose de la risa.
- Jajajajaja ¡eres un idiota! - Dije pegándole.
- Jaja ya, que bien que hayas venido! bueno ¿te adentras en la multitud?
- ¡Sí ahora voy!
- No tardes. - Se despidió de mi dandome un beso en la mejilla.
- ¿Luis? ¿Dónde estás?
- ¡Aquí! Es que os dejé hablar y me senté aquí.- Estaba en una roca, bajo la oscuridad.
- Ah vale, ¿vamos a mover el esquelto?- Le dije con una sonrisa picarona.
- ¡Claro! - Sonrió.

Fuimos para allá y sonaba una canción que no conocía y no sabía de donde salía, pero molaba. Nos pusimos a bailar como locos, dándonos algún beso que otro de vez en cuando. Me lo estaba pasando súper bien.

- ¡Tengo que hablar contigo!- Alguien me gritó al oído. Fer.
- ¿Qué? ¿¿Tiene que ser ahora??
- ¡Sí es muy importante y no puede esperar!
- Joder... ¡Luis! que me tiene que decir algo importante, ahora vengo. - Y le besé despacio, con ternura. Vi que Fer se había quedado flipando.

Me llevó hasta la avenida de la playa, donde no había ni una mosca... Y nos quedamos de pie, lejos el uno del otro.

- ¿Estás con ese en serio?
- Te dije antes que sí.
- Ah, yo pensaba que...
- ¿Qué?
- No sé, que todavía sentías algo por mí, como lo nuestro se acabó porque nos teníamos que ir...
- Pues te equivocas - Mentí.
- No quiero ser atrevido pero ¿estás segura? - Se acercó un poco a mí.
- Estoy con Luis y me va muy bien, es guapo, me trata genial y...
- ¿Yo te trataba mal? - Se acercó mas a mí.
- ¡Qué dices no! Fer, ya es tarde... y tu tenías novia hace nada.
- La dejé porque te quería solo a ti, eres única y me has dejado una gran huella aquí - Dijo señalándose al corazón. ¡Qué mono!

Se acercó más a mí, podía sentir su respiración, sus labios buscaban desesperadamente rozar los míos...

Capítulo siete.

- ¡¡¡¡¿FER?!!!! ¡Dios mío cuanto tiempo!

Era Fer, el chico del que había estado enamorada un año entero, el primer chico del que me había enamorado de verdad, el chico al que tuve que dejar porque nuestros destinos se separaban. Él... no me lo podía creer, tanto tiempo soñando este momento, soñar con volver a ver sus preciosos ojos verdes, su pelo rubio, su cuerpazo, pero ya era tarde, él tenía novia y yo... creo que también estaba ocupada.

- ¡Sil no te puedes imaginar cuanto te he echado de menos! - Me levantó y me dio un fuertísimo abrazo, lo añoraba.
- ¡¡¡Joder y yo!!! - Notaba mi mejilla húmeda, pero no le di importancia, dejé a Luis ahí sentado, con la boca abierta, había decidido que más tarde se lo contaría.
- ¡Me quedo hasta finales de agosto aquí! Me tienes que contar todo, pero todo lo que te ha pasado... ¡estoy súper emocionado! Esta noche hay una fiesta en la playa, te vendrás ¿no?
- ¡Por supuesto! Yo me quedo hasta mediados de agosto.- Y me quedé un rato hablando con él, después de mucho tiempo, era feliz del todo.

Me había contado que ya no estaba con su novia, yo le conté lo de Pablo, pero también lo de Luis. Ya eran las dos de la tarde cuando mi madre se asomó por la ventana y me dijo que el almuerzo estaba listo y que entrara ya. Me despedí de Fer, que por casi nos damos un pico y se fue. Busqué a Luis pero me supuse que se había ido a su casa porque no estaba por ningún lado, que raro.
Ya estaba almorzando con la familia cuando me entró un sms al móvil, era de Fer recordándome que tenía que ir a la fiesta sí o sí. Sonreí. Era tan mono... Pero ¿y Luis? Él era... perfecto y tenía que aclarar las cosas con él.
Al terminar de almorzar, fui a tirar la basura y de paso, toqué en la puerta de la casa de Luis, me abrió un señor un tanto mayor, quizá su abuelo.
- Buenas tardes, ¿está Luis?
- Sí claro, pasa. ¿Eres su novia?
- Eeeh.. mmm.. no lo sé - Era la verdad.
- Jajaja, estos chicos de hoy en día... - ¿Por qué todos los viejitos dicen lo mismo? Me ponen de los nervios - Luis está arriba.- Gracias - Subí por unas escaleras muy espaciosas justo al lado de la sala estar. La casa era enorme, con decorados de pared que encajaban a la perfección con los muebles.
Entré en su habitación, tenía posters de playas y grupos de música en la pared. Me di cuenta de que su ventana daba en frente justo de la mía. Luis estaba tumbado en la cama, boca abajo.

- ¿Luis? - Se sobresaltó y se giró hacia mí.
- ¿Qué haces aquí?
- Quería hablar contigo... ¿por qué antes te has ido?
- No pintaba nada allí, ¿quién era ese?
- Mi ex, ¡no lo veía desde el año pasado! - Se le hicieron los ojos enormes de golpe. - Qué te crees, ¿que me voy a liar con él? Ni loca - Mentí.
- No lo sé, a mí solo me conoces de hace varios días, lo entenderé si quieres dejarme...
- No seas bobito anda.

Me senté junto a él y le besé tiernamente, nos estuvimos besando un largo rato, me gustaban tanto sus besos...

- Vendrás a la fiesta de esta noche en la playa conmigo ¿no?
- Solo si tu quieres, preciosa.
- ¡Pues claro! Bueno me tengo que ir y pensar en qué ponerme. ¡No me eches de menos!
- Eso será difícil... - Y me cogió y me dio un beso alucinante.

Salí por la puerta pensando en el beso que me acababa de dar Luis, realmente estaba bastante confundida... El primer chico del que me enamoré contra el chico que me hacía sentir única y feliz a cada momento. Esa noche en la fiesta... iba a ser todo muy confuso e incómodo.

Capítulo seis.

Fue un beso sin prisa, despacio, nuestros alientos se mezclaron creando un nuevo sabor jamás probado, él me abrazaba acercándose mas a mí, fue perfecto, como él. Un beso tierno pero a la vez salvaje, no quería que se acabara nunca pero de repente, el se separó. Me quedé mirándole embobada, que bien besaba. Me acerqué a él para besarle con impaciencia y él no me rechazó. Después de estar un rato así, me decidí a hablar:

- ¿Qué me tenías que decir?
- Creo que no han hecho falta palabras guapa. - Y rió.

¡Pero que tarde era! Las diez de la noche y yo todavía por ahí. Bueno de todos modos, no creo que mamá se preocupase por mí, me acuerdo de un día que llegué a las cuatro de la mañana con quince años y ni me castigó, según Ale, soy la oveja negra de la familia y debe de ser verdad. Le dije a Luis que me tenía que ir, y él me quiso acompañar, total, vivíamos en frente.

- Te has quemado un poco... pero igualmente estás preciosa.
- No seas trolero, tengo que tener una cara...
- Jajaja ¡qué no! Me lo he pasado genial hoy, al fin y al cabo no eras tan borde.
- Es que no te conocía.
- Ya se ve, ¿hasta cuando te quedas?
- Hasta mediados de agosto mas o menos...
- ¿Nada más? ¿Habrá que aprovecharlo no crees?
- ¡Pues sí! Oye Luis... ¿qué somos? ¿novios? ¿un rollo típico de verano?
- Pues no lo sé, ¡yo soy todo menos típico! Ya se verá con el tiempo...
- Y me dio un piquito.

Llegamos a nuestras casas, nos despedimos con un apasionado beso y quedamos al día siguiente por la mañana para hacer algo, cualquier cosa. Abrí mi puerta y vi a Ale tumbado en el sofá del salón, ¡será ganso!

- Hola enano.
- Estás un poco quemada jajajaja.
- No te rías, buf ¡Me lo he pasado genial!
- Pues yo también estoy mejor, gracias por preguntar.
- Jaja, me alegro. ¿Máma y el tío Jorge?
- Han salido por ahí.
- Qué raro, hasta mañana.

Fui a darme una ducha, tenía que tener arena hasta en las muelas. Después de una ducha calentita, cené macarrones que habían sobrado y encendí el portatil, fui directamente al tuenti y no vi a Luis conectado, que pena. Pero tenía un comentario en el tablón, ¡era de él! Me había puesto:
"Eres todo lo que pedía, lo que mi alma vacía, quería sentir(L)(L) teqq guapa!!"
Que cursi era, pero me encantaba igual. Le contesté y me fui a dormir. Había sido un día muy movidito.

Siete de Julio del dos mil nueve.
A la mañana siguiente me preparé y desayuné para ir con él a hacer a saber el que, pero antes me puse a molestar un poco a mi hermanito, le echaba de menos. Le dije adiós a mi madre, raro en mí y salí por la puerta. Ahí estaba él, con sus pantalones cortos caídos y su camiseta básica roja... ¡tan perfectísimo! Le di un beso interminable y se quedó sorprendido.

- Que feliz estás hoy ¿no?
- Es por tu culpa asi que no te quejes, ¿qué vamos a hacer hoy?
- ¡Lo que tu quieras preciosa!

Y lo único que hicimos fue sentarnos en la acera como hace unos días y hablar, contándonos todo lo que nos había pasado en la vida, y no parábamos de besarnos, de abrazarnos, ¡éramos unos empalagosos! Mi pregunta era... ¿dudaría mucho esto?
Luis me había contado un chiste buenísimo y me estaba ríendo a carcajada limpia cuando..

- ¿Silvia?

Esa voz.... Me di la vuelta y se me quitaron las ganas inmediatamente de seguir riéndome, no me lo podía creer, sentí una punzada en el estómago, me ardían los ojos y tenía ganas de llorar, pero no de tristeza.

Capítulo cinco.

Antes de irme a dormir, fui a la habitación de Ale para intentar convencerle desde ya. Cuando entré estaba tumbado en la cama viendo la tele, nada raro en él.

- ¡Hey Ale!
- Hola...
- ¿Te apetece ir mañana a la playita? ¡Y así conoces gente!
- Mmm... ¿contigo?
- ¿Con quién si no?
- Vale, con tal de salir de esta jaula.
- ¡Pero si estás siempre por ahí! En fin, buenas noches!
- Buenas noches hermanita.

Más fácil de lo que pensaba... se nota que está aburrido. Me fui a mi habitación y me acosté en la cama. No me podía dormir... pensando en como sería el día siguiente con el perfectísimo Luis.... ¡¡Qué nervios!! Al final me dormí enseguida.

Cinco de Julio del dos mil nueve.
Uffff ya por la mañana, hace un día preciosimo, alguna que otra nube pero un sol que arrasa, lo que yo digo, el tiempo va como mi estado de ánimo. Eran las diez de la mañana y estaba desayunando con Ale cuando llamaron a la puerta, ¿tan temprano? Fui corriendo hacia la puerta y no había nadie... ¿quién sería el gracioso? Iba a cerrar cuando me di cuenta de que en el suelo había un papel que ponía: "Silvia". Lo cogí, cerré la puerta y leí lo que ponía:

"No te he dicho a que hora quedamos!! a las 5 en la playa, te tengo que decir algo importante, Luis :)"

Ays... ¿Pero por qué no me lo decía en la cara? A este chico no hay quien lo entienda de verdad. Le dije la hora a Ale y me subí a mi habitación a recoger y demás. Las horas se me pasaron volando, pensando en que me querría decir Luis, seguro que cosas bonitas... como siempre, pero espero no caer en la trampa... pero ¿y si siente algo por mi? No sé... él tan perfecto y yo... bueno yo soy yo. Dios pero si son las 4 y 10 y yo sin prepararme! Pillé el bikini de Roxy, que era negro con las letras de roxy en varios colores, monísimo y también cogí el mono vaquero que me hacía un culo que no tenía. Me puse un poco de bronceador para que me pusiese morena y me senté en el sofá a esperar a Ale... eran las 5 menos 10 y Ale sin moverse, ¡niño impuntal este!
Fui hasta su habitación y lo vi tendido en su cama tan tranquilo...

- ¡Ale baja ya que se nos hace tarde!
- Sil creo que no voy a ir...
- ¡¿¿Por qué??!
- Me encuentro mal y creo que voy a vomitar. - La verdad es que tenía un careto impresionante
- Jo Ale no me hagas esto
- Yo quería ir en serio pero... - Y salió corriendo al baño.
- Puaj, bueno entonces me voy yo ¡Adiós!
- ...

Me decidí a salir de la casa y empezé a andar hasta la playa, que no era muy lejos. Vaya por dios, mi escusa para rechazar a Luis por si hacía algo raro no había funcionado... ¡espero que no me deje llevar! Llegué a la playa y empezé a mirar por todos lados en busca de Luis, nada, no estaba por ningún sitio... De repente alguien me tapó los ojos...

- Ay, quita, ¡que sé que eres tú Luis!!.- Me quitó las manos de los ojos y apareció delante mía. Me miró de arriba a abajo, y yo hice lo mismo. ¡MADRE MÍA! ¡Estaba sin camiseta y lucía unos abdominales que no veas! casi me da algo, llevaba unas bermudas rojas de Nike y nada más.
- ¿No iba a venir tu hermano?
- Sí pero se ha puesto malo...
- Si ya... ¡bueno mejor!
- Si bueno - dije apartando la mirada- Venga vamos que estoy más allá.

Nos adelantamos un poco, cerca de la orilla, ahí tenía su toalla y demás. Yo dejé la mía y me quité el mono. Él no paraba de mirarme... joder ¡me ponía muy nerviosa! De pronto se acercó mucho a mí.. le miré a los ojos, después a su preciosa sonrisa...
- Oye Silvia...
- ... Dime
- ¡¡El agua esta fresquita!! - Rápidamente me cogió no sé ni como y me tiró al agua, ¡ya te digo si estaba fresquita! estaba helada grrr.
- ¡Pero serás! Cuando te coja vas a ver - Dije enfadada
- Jajajajaja eso si puedes!

Pasamos un largo rato así, jugando, pasándolo bien, hacía tiempo que no lo me divertía tanto. Ya eran más de las 8 cuando caí rendida en mi toalla y él se había quedado en el agua. Que bonito atardecer hacía, me recordaba a Fer... cuando pasábamos horas mirándolo, ¡pero no! eso ya es agua pasada, ¿por qué siempre me tendré que acordar de él?

- ¡Hey guapa despierta!
- ¿Qué? Sí claro.
- Yo te tenía que decir algo - Luis se puso sentado en frente mía, estaba muy serio.
- A ver dime...
- Espero que me creas, porque nos conocemos de hace dos días y bueno...
- ¿Sabes qué? - Le interrumpí, él me miró sorprendido. Cogí arena con la mano sin que se diera cuenta y se la estampé en la cara.- La arena todavía está calentita. - Y salí corriendo riéndome a carcajada limpia, mientras él se estaba sacudiendo la arena y escupiendo por la boca.
- No me lo puedo creer, cuando yo te coja vas a saber lo que es el dolor. - Salió corriendo detrás mía, yo intentaba correr lo que más podía pero él me alcanzó súper rápido y de un empujón me tiró a la arena, cogió un puñado de arena y me lo metió por la boca el muy bruto.
- ¿A qué sabe bien?
- Puaj, te has pasado. - Me puse encima de él y salimos rodando hasta la orilla, él se quedó encima mía... los dos nos empezamos a reír como locos.
- Silvia...
- ¿Qué...?. - Me miró a los ojos, me hipnotizaba.
- Déjame hacer una cosa por favor, es que no lo puedo evitar...
- Vale hazlo. - Me agarró las manos, su boca se fue acercando hacia la mia, pero antes rozando sus labios por mi cuello hasta el oído..
- Sabes a sal - Y me besó.

Capítulo cuatro.

Me llegué hasta el contenedor de la basura, que estaba justo al lado de su casa, pero ni siquiera me dirigió una mirada... qué raro, pero si el día anterior no paraba de molestarme.. Fui hasta él, pero seguía arreglando la moto...

- ¡Hola! ¿Es tuya?
- Sí - Dijo secamente. ¿Pero que le pasa a este?
- Ams, pues vale... - Fue en ese instante cuando por fin sus ojos se clavaron en los míos.
- ¿Por qué has estado llorando?
- ¡¿Qué?!
- Tienes los ojos hinchados. - Me volvió a mirar, estaba muy serio.
- Mi novio, lo he dejado - Me senté en la acera.
- ¿Y por qué?
- Porque no le quiero, es un mujeriego y encima se lo digo, se enfada y me dice de todo - Se me escapa una lágrima. Él dejo la moto y sentó al lado mío, un poco lejos.
- Que gilipollas de tío
- Sí... ¿A ti que te pasa que estás muy serio?
- Pues que no te he visto en todo el día - Dijo apartando la mirada...
- Ah... pues.. yo... esto... no sé que decir
- Una pregunta... ¿por qué eres borde conmigo? Ahora no lo eres, pero ayer...
- Soy así con todo el mundo.
- Joder... tienes un bonito caracter jajaja
- Jajaja, oye... ¿tú tienes novia?
- No, la dejé ayer- Miró al suelo de la carretera.
- ¿Y por qué ayer?
- Porque cuando te vi, me di cuenta de que no la quería. - Mmmm... vaya igual que yo.
- Eres un cursi de tío.
- Te jodes - Y me guiñó un ojo.
- ¿Te vienes conmigo a la playa?
- Creo que no... no estoy de humor.
- Algún día conseguiré que me hagas caso, acuérdate.
- Jajajajaja, sigue esperando! - Y así, no sé como acabamos hablando de todo, de su vida, la mía, los recuerdos... ¡de todo! Me hacía sentir tan bien... hacía como si lo más importante en el mundo fuera yo, y eso me encantaba. Era tan perfecto...Después de un largo rato Ale, mi madre y mi tío Jorge estaban llegando a casa y aparcando...
- Anda por fin ha llegado mi familia... ¡me tengo que ir Luis!
- Jo vale, ¿sales mañana?
- Mmmm.. Seguramente, adiós.- Ya me iba para casa cuando me agarró por la cintura y me dijo al oído:
- ¿No me das un besito en la mejilla? - Con tono seductor total. Ay dios mio... puedo jurar que en ese instante estaba gritando como una loca en mi interior...
- No, que haces trampa - dije con un tono my débil
- ¡Te prometo que no! - Me giré hacia él y le agarré la cara para que no se moviera, él se rió y se dejó estar, acerqué mis labios hacia su mejilla, y fui lentamente rozandola...
- Madre mía si das los besos así en la mejilla, solo de pensar como lo harías en otro sitio, me vuelvo loco. - Sonreí.
- Confórmate con los de la mejilla pillín.
- No creo que pueda mucho tiempo guapa.
- Tonto, adiós guapo.

Y me fui a casa, a los tres de mi familia ni los hablé, pasando, no contaban conmigo para nada, ¡qué les den! Cené algo rápido ya que no tenía mucha hambre y me fui a mi habitación. Me puse en la cama y encendí el portatil. En el tuenti, ¡Luis me había agregado! que encanto de chico... en el fondo lo quiero un poquito, pero no quiero dejarme llevar por las cosas bonitas que dice, a lo mejor a mis espaldas se lo dice a otra...
Luis me habló por el chat:

Luis: ola wapaa!!
Yo: ola wapooo
Luis: tia me lo e pasao mu bn oi!
Yo: jaja y yoo
Luis: vente cnmigo a la playa mñn xfaa
Yo: mmm me lo pienso
Luis: no t doy penita? :( asomate por la ventana

Me asomé por la ventana de mi habitación y en frente, en su casa estaba asomado por una ventana poniendo cara de pena y diciendo por favor. ¡¡Que mono es!! Volví al portatil...

Yo: jajajajajj! estas lokisimo!
Luis: si yo t dijera pork...
Yo: pork???
Luis: lo sabras algun dia! vienes o no mñn xfii?
Yo: vale! pro me da k me tendre k llevar a mi ermano...
Luis: no importa! me voy wapa y gracias por aceptar!! asta mñn(L)
Yo: adios wapitoo(L)

Tenía que llevar a Ale si o sí a esa "cita" en la playa, porque sino, no se ni lo que haría con él... en verdad estoy loca por comerle a besos, por besarlo cada hora, minuto, segundo... pero ya me han jodido bastante y no quiero sufrir ni llorar por otro imbécil más...

Capítulo tres.

- Joder, que susto me has dado, pensé que eras otra persona... ¿Qué quieres Luis?
- Quien ¿tu novio?
- No, ¿Qué haces aquí? Me persigues ¿o qué?
- No te flipes guapita, vivo aquí
- ¿Donde? ¿¿¿AQUÍ???-Miré hacia mis espaldas, una casa preciosa.
- Oh sí.
- ¡No jodas yo vivo en frente!
- Mmm.. así podré ver tu preciosa sonrisa todas las mañanas.
- Ehh.. si claro adiós imbécil.
- ¿Cómo que imbécil? Te he oido hablar por teléfono... - mierda mierda mierda... ¡qué estaba hablando de él!
- ¿Y?- Intenté disimular, pero se me notaba en la voz.
- Hablabas de mí
- Jajaja, no seas creído guapo, tengo mejor gusto
- No disimules...
- No disimulo, ¡A-D-I-Ó-S!
- ¿Me das un besito de buenas noches?
- No
- Venga ya, en la mejilla aunque sea boba
- ¿Dónde te creias que te lo iba a dar listo?

Me levanté de la acera y me acerqué a él, que bien olía... Fui a darle un beso en la mejilla pero él giró la cara y nuestros labios se rozaron, le di un empujón.
- ¡Serás idiota! ¡Que poco original eres!
- Era la única forma de robarte un beso guapa.
- Púdrete anda. Adiós - Y me fui corriendo hasta la casa de mi tío, dejándole con la palabra en la boca.

Joder, joder... me tiene loquita. Pero yo no voy a caer tan fácilmente, eso lo tengo claro, ¿qué se cree? ¿que yo soy como una de las fulanas con las que se ha liado? pues va a ser que no.
Entré en casa y me fui a la que sería mi habitación ese tiempo. Me puse en el tuenti con el portátil... no había nada interesante, ni siquiera Pablo me había respondido al privado...
Pi pi pi.. (sms al móvil). Joder hablando del rey de Roma... Había recibido un sms de Pablo que ponía:
Llámame.
Siempre ha sido de pocas palabras, que se le va a hacer. Mmm.. no sabía si llamarlo... pero le tenía que dejar las cosas claras antes de que me empezara a acosar con los sms, marqué su número, 1 timbrazo, 2, 3...
- ¿Sí?
- Hola soy yo, ¿para que querías que te llamase?
- No sé, me aburria...- Muy original.
- Ahh, Pablo... tengo que decirte algo
- ¿Qué?- Respiré hondo.
- Creo que lo mejor será que lo dejemos... no sé, lo nuestro nunca ha funcionado bien y además a ti te gustan todas... No me gusta decirtelo por teléfono pero es lo único que puedo hacer ahora
- ¡¿¿Por que??! Pero serás zorra y yo dandolo todo por ti, mira ¡vete a la mierda!
- ¡Oye relájate! Si eso es todo lo que puedes dar... ¡mal! A ver yo no soy celosa pero que te vayas siempre por ahí con tías no me gusta ¿sabes?
- Pues si no te gusta te jodes, se acabó, a la mierda todo.-Y me colgó.

Rompí a llorar.Vale que se enfade, pero no que me diga todas esas cosas... joder no se ni porqué lloro, no se merece mis lágrimas. También vale que lo haya dejado pero, nosé yo al principio lo quería, era perfecto para mí... ¿por qué todo lo que me pase me tiene que salir mal? No lo entiendo...
Después de un largo rato pensando, me quedé dormida con lágrimas en los ojos y con la ropa puesta.

Cuatro de Julio del dos mil nueve.
Al día siguiente fue un día asqueroso, no se podía ir a la playa porque el día estaba nublado, se parecía a mi estado de ánimo. No salí de casa en todo el día, solo me apetecía ver telenovelas en la tele e inflarme a comer hasta reventar. Mi madre, mi tío y Ale se habían ido por ahí a comprar comida, como siempre no cuentan conmigo con nada... hasta eso me sale mal... Mas bien, me tratan mal ellos. Joder...
A eso de las 6 de la tarde me asomé por la ventana y ahí estaba él, Luis, tan perfecto... tenía los pantalones caídos y se le podía apreciar bastante bien su precioso culo, llevaba una camiseta apretada blanca y estaba arreglando una moto... ¿Tenía moto? Cogí la basura del cubo y salí fuera con una escusa para verle de cerca.

Capítulo dos.

Tres de Julio del dos mil nueve.
Buah que sueño, anoche me quedé hasta tarde pensando en... chicos. Mierda son las 11 y media, Carla tiene que venir y ¡tengo que hacer las maletas!
Me levanté corriendo, fui al baño, no vi a mi hermano por ahí... que raro, me dejé el alma en la ducha de lo rápido que iba, me arreglé un poco y volví a mi habitación. Saqué las maletas y abrí el armario... Pi pi pi (Un sms entró al móvil).. Era de Pablo diciéndome que me iba a echar de menos y que me esperaría... Ya claro, en fin. Din don. Din don, a ver si alguien se digna a abrir la puerta... din don... ¿PERO NADIE ABRE LA PUERTA O QUE? Din don... ¡grrr!

- ¿Mamá? ¿Ale?

Pues no, no hay nadie. Fui corriendo y abrí al puerta, era Carla. Me dio un súper abrazo y después nos dirigimos a mi habitación. Me estuvo ayudando con la maleta mientras me hablaba de lo feliz que era con su novio Javi. Yo le conté que no tenía muy claro que quisiera a Pablo...

- No me extraña, se te nota montón
- ¿El qué?
- Que no lo quieres... vino ayer y hoy ni quedaste con él
- ¡¿Pero como iba a quedar con él si había quedado contigo?! Además no me apetecía...
- ¡Lo ves! Bueno tu sabrás lo que haces, es un tío super guay, está buenísimo, es atento y tambi...
- ¡Pero no estoy enamorada de él Carla! No como lo estaba de Fer, Fer.. uf.. Fer era como un sueño hecho realidad...
- Si, tú y tus sueños... ¡Baja de la nube anda! a Fer no lo volverás a ver jamás ¡OLVÍDATE!
- Ya lo había olvidado. - Le saqué la lengua.
- Ya claro... bueno como te iba diciendo...

Y me siguió hablando de Javi y lo que iban a hacer esa tarde... buf a veces se vuelve realmente pesada con el tema de Javi!
Guau ya eran las 2! Mamá y Ale ya habían vuelto, se habían ido de compras, las últimas compras. Gracias por avisar. Eché literalmente a Carla de mi casa para poder comer e irme ¡por fin! Le di un fuerte abrazo y un besito y acordamos para que ella me llamara un día y yo otro. Comimos rápidamente, cogimos las maletas... ¡eran montones! Y pedimos un taxi para que nos llevara al aeropuerto. Ya estabámos allí y Ale y yo nos pusimos a molestarnos mutuamente en lo que esperábamos. Mi madre hablaba con mi padre, se la veía feliz... que bonito es el amor. Llamaron para que cogiésemos el avión y se me pasó rapídisimo el viaje, llegamos a Fuerteventura, cogimos otro taxi para que nos llevara a la casa de mi tío, que era donde nos íbamos a quedar. Paramos en el pueblito donde vivía mi tío y lo demás que quedaba fuimos caminando. Yo me quedé mirando un escaparate de una pastelería que tenían unos dulces tremendos! Se me hacía la boca agua... Ale y mamá siguieron caminando mientras yo permanecía allí... cuando me di cuenta, miré a todos lados y no vi a ninguno de los dos... me eché a correr toda desesperada y... ¡BUM!

- ¡¡Joder menuda hostia ay ay ay!!
- ¿No te han dicho nunca que mires por donde vas guapita? - Los dos estabamos tirados en el suelo retorciéndonos y mis dos maletas por ahí tiradas también... me había dado un cabezaso, me había pisado y encima caí mal al suelo, no sé como lo hizo pero no me podía ni mover
- Mira cállate y ayuda a levantarme. - Él se había levantado y me tendía la mano, yo se la cogí.
- Ay ay ay
- Quejica, si no ha sido para tanto
- ¿Por qué no te vas un poco a la mierda? Me duele todo...
- Que borde eres niña
- Con la gente que intenta matarme sí lo siento.
- Exageradaaa, por cierto ¿Qué hacías corriendo?
- ¿A ti qué te importa? Ala adiós.

Guau ahora que me fijo bien.. ¡Qué guapo es! pelo castaño claro de ojos verdes y ¡culazo! Uf creo que me he sonrojado...

- Borde y ahora ¿por qué te pones roja? - Mierda me he sonrojado, con lo bueno que está quien no!
- Pues... pues... por nada adiós...

Cogí mis maletas y salí caminando como pude... pero él apareció delante mía
- ¿Tu nombre es...?
- Adiós
- Buf ¡Qué nombre mas feito! venga dímelo anda, yo me llamo Luis, no eres de aqui ¿Verdad?
- Encima de querer matarme, ¿eres también acosador? Vaya expediente...
- ¡Que yo no quería! Pero lo hubiera hecho otra vez para ver a esta chica tan borde y guapa...
- Estúpido
- Guapa
- ¡Déjame en PAZ! tengo novio ¿sabes?. - La verdad es que yo no creía eso... iba a dejar a Pablo cuando llegase... lo tenía claro.
- ¿Y qué? Eso no es obstáculo para mí.
- Pero ¿tú que te crees? Que porque seas guapo ¿vas a tener siempre a todas las tías comiendo de tu mano? Pues vas mal si crees eso.
- ¿Piensas que soy guapo? - Sonrío. ¡Dios pedazo de sonrisón!
- Pues a ver... feo no eres... - Se me escapó una sonrisita tonta.
- Jaja, que sonrisa más bonita tienes...
- ... Bueno adiós como te llames... Luis era ¿no?
- Sí... ¿me dices tu nombre ya?
- Quédate con las ganas - Y me fuí caminando pero el me abrazó por detrás y puso su rostro muy pegado al mío. Creía que me iba a desmayar.
- ¿Pero qué haces? ¡suéltame! ¿Y esas confianzas?
- Te aguantas, cuando me digas como te llamas te suelto
- Venga ya, suéltame que tengo que buscar a mi madre y mi hermano.- Puso más cerca su rostro, rozando sus labios con mi oreja y susurrándome al oído:
- ¿Cómo te llamas?- Ay Dios mío... me entró un escalofrío por todo el cuerpo...
- Silvia. -Se lo dije sin más, si me volvía a decir algo al oído me hubiera dado algo... ¿cómo se puede ser tan perfecto?
- Bonito nombre. - Y me soltó. - Le miré a los ojos, después me di la vuelta y seguí caminando...
- Adiós guapa.
- Que te den.-Rió.
- ¿Te volveré a ver?
- Espero que no, para que no me acabes matando ni me acoses. - Le guiñé un ojo y me fui.

Madre mía, me he quedado embobada con el tal Luis este, que.. guapo es...Después de estar caminando un rato, llegué a casa de mi tío. Allí estaban mi madre y Ale. No se habían ni preocupado un poco por mí. No me extrañó nada. Dejé todas las cosas por ahí tiradas y me fui a la playa, quería sentir la arena entre mis pies, ir dejando huellas detrás mía.. recordar viejos tiempos...
Volví a casa y cenamos todos en familia, yo no dejaba de pensar en Luis.. creo que me había olvidado de Fer, de Pablo y de todo el mundo... Mierda ¡tampoco me acordaba de Carla! La tenía que llamar yo.
Salí fuera de la casa y me puse en la acera de en frente a hablar con ella... le conté todo lo que había pasado con Luis... lo guapo que era, estupendo y maravilloso, pero Carla no paraba de recordarme a Pablo, cuando terminamos de hablar, cerré el móvil y me puse a pensar en chicos... como no. De repente el pensamiento me guió hasta el primer beso con Fer, fue increible... estábamos en la playa jugando con bolas de arena y él se cayó, yo le tiré una en la cara. Me cogió y se puso encima mía.. cuando nos dimos cuenta estábamos demasiado cerca... nuestros labios se rozaron y él me dijo que tenía ganas de hacer una cosa desde hace varios días... y me dio un beso súper intenso, pasional... de esos que sientes que no hay nadie más si no él y tu, de esos que te dejan sin respiración y cuando la recobras quieres dejarte sin ella otra vez solo por besar sus labios... de esos de los que quieres repetirlos una y otra vez... Buf que recuerdos... De Pronto, alguien me sobresaltó.

- Hola guapa. - Me quedé de piedra.