martes, 29 de junio de 2010

Capítulo treinta y cinco.

Tenía unas ganas tremendas de vomitar, cada vez me costaba más caminar… El único apoyo en ese momento fue Fer, que me cogía por la cintura con fuerza para evitar mi caída.

- ¿Por qué me has besado? Estoy con Luis ¿recuerdas? – Le hice una mueca y me reí.
- Tenía ganas de hacerlo… y como sé que no te vas a acordar mañana…
- Jajajaja ojalá que no.
- Por cierto, ¿dónde está Carla? La he estado buscando… - Le miré, esta vez seria.
- Ni idea, se habrá ido. Es una zorra ¿sabes? – Comencé a llorar como una niña pequeña, Fer debería de haber pensado que estaba completamente loca, primero bailando y riéndome y ahora ¿llorando? El alcohol me sienta verdaderamente mal.
- ¿Y ahora qué te pasa? Joder tienes doble personalidad.
- ¡Carla me ha jodido la vida! – Estábamos delante de mi casa ya, miré hacia la casa de Luis. - ¡Y tú me has dejado plantada! – Tiré una piedra a su ventana, tan fuerte que rompí el cristal. – Mierda.
- ¿Pero qué coño haces? Se te va la pinza tía. – Fer me agarraba del brazo alejándome hacia mi casa.

¿Por qué Luis no salía? Ni siquiera se asomaba por la ventana… ¿Y si Laura tenía razón y le había pasado algo? ¿Y si estaba en el hospital? Oh, muchas preguntas sin respuesta pasaron por mi cabeza en menos de un segundo… mientras Fer me cogía las llaves del bolsillo y abría la puerta de mi casa.

- Fer no, tengo que ver a Luis…

De pronto empecé a vomitar, Fer me apartó el pelo de la cara con cuidado y me dejó echarlo todo en unos arbustos del jardín. Jorge se iba a mosquear un poco cuando viera allí esa asquerosidad en su jardín, me importaba más bien poco. Fer sacó un clínex y me lo tendió. Me limpié la boca y tendí la mano para que me diera otro para limpiarme las lágrimas.

- ¿Ya estás mejor? – Me giré para verle la cara.
- Creo que sí… Fer gracias por todo. – Lo abracé.
- De nada… - Se apartó de mí. – Deberías darte una ducha y dormir.
- Vale. – Sonreí, le di un beso en la mejilla y entré en casa. – Buenas noches.
- Hasta luego preciosa.

Cerré la puerta y fui a mi habitación como pude. El pasillo me pareció eterno. Me chocaba contra la pared, parecía una completa estúpida pero no lo podía evitar, había pillado el colocón del siglo. Pensé en Fer, ¿por qué se había portado así de bien conmigo? Mi corazón se aceleró. Otra cosa que no podía evitar… Él había sido mi primer amor y todavía mi corazón latía con más fuerza de la normal al oír su nombre, aunque yo odiase que lo hiciera. Otro pensamiento cruzó mi mente al tirarme en la cama sin haberme quitado ni siquiera el maquillaje de la cara, Luis. Tenía que averiguar dónde estaba Luis…

Sentí un bulto en la espalda, me levanté con demasiado esfuerzo y vi que el móvil estaba allí. Oh mierda, pensé. Lo cogí y vi que tenía ocho llamadas perdidas de Luis, también había un mensaje de voz.

“Sil, siento no haberte llamado ni nada para decirte que no podía ir de fiesta, pero es que estoy en el hospital, no puedo hablar, tengo que colgar, ya te contaré, te quiero”.

2 comentarios:

  1. aghhh comoo molaaa como lo dejas asi?? aiiss quiero el siguiente

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  2. ahhhhhh me as dejado con to la intriga :(
    me encanta tu historia :)

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