domingo, 6 de junio de 2010

Capítulo veintiocho.

Luis me miró, parecía que había estado escuchando mis pensamientos porque se acercó más a mí y empezó a tocarme la cara, sus manos eran tan suaves… Yo lo miraba fijamente, no sabía que tramaba pero tenerlo tan cerca hacía que el corazón se me acelerase incontrolablemente. Me apartó un mechón de pelo de la cara y lo colocó con dulzura detrás de mi oreja izquierda. Sus labios se acercaron a los míos con algo de desesperación. El corazón se me aceleró aun más, no sabía a qué venía esto, si tenía un plan para que me volviese completamente loca, lo estaba consiguiendo. Como él no se decidía fui yo la que se acercó a besarle, pero él dio un paso hacia atrás, con una sonrisa pícara en la cara.

-¿Qué…? – Pregunté, confundida.
-Quería comprobar una cosa. – Se volvió a acercar, y yo a ponerme muy nerviosa.
-¿El qué?
-Si querías besarme… - Se acercó más, sonriendo.
-Si te pones tan cerca, es imposible no quererlo. – Le miré a los ojos y sonreí.

Le pasé los brazos por el cuello y le besé por fin, de muy buena gana, él me correspondió al segundo. Después de estar un rato así, de tonteo entre besos, volvimos al salón donde estaba Carla, ella nos miró con curiosidad, pero ninguno de nosotros articuló palabra. Nos sentamos y Luis me cogió de la mano. La película de antes seguía su curso, en una parte bastante aburrida por cierto, pero yo no la seguía a ella, tenía la cabeza en otra parte. Mi móvil vibró con la canción típica de Nokia, me sobresalté y lo cogí antes de que siguiera sonando. Carla y Luis pararon de ver la película para prestarme atención.

-¿Quién es? – Pregunté cabreada.
-Soy yo hija, por fin me lo coges. – Hice una mueca.
-¿Qué quieres?
-Te tengo un regalo.
-¿Y eso por qué?
-Te echo de menos…
-¿Qué? ¿Mamá eres tú?
-Vente a casa de tu tío dentro de media hora. – Y colgó.

No sé con qué cara me había quedado pero si sé que Luis y Carla me miraban con curiosidad y no paraban de preguntarme quién era.

-Mi madre… me echa de menos… - Sonreí abiertamente y abracé a Luis que también sonrió. Carla también me miraba sin entender nada, pero no quería contárselo. Volvió a sonar mi móvil y lo cogí ilusionada de volver a escuchar su voz.

-¿Mamá? ¡Ya voy para allá tranquila!
-¿Sil? Soy Fer… - La sonrisa se borró de mi cara.
-Ah… ¿Qué quieres?
-Hablar con Carla… no me coge el teléfono…
- Miré hacia Carla.
-Carla, es Fer y quiere hablar contigo.
-No, no, no… por favor. Dile que no, que me olvide. – Tenía un gesto de terror en la cara.
-…Mmm… vale. Fer, no quiere hablar contigo. ¿Qué le has hecho?
-Yo nada joder, siempre tengo que hacer algo ¿O qué?
-Sí, das esa impresión.
-Yo sólo quería divertirme y ella también… solo eso. – Colgó.

¿Divertirse? ¿Qué demonios habían hecho? Me levanté del sofá y me puse delante de ella, con las manos en sus rodillas. Se le empezaron a saltar las lágrimas.

-Carla… ¿Qué ha pasado?

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