domingo, 23 de mayo de 2010

Capítulo dieciocho.

Nos pasamos la tarde en un parque que estaba cerca de la playa, hablando y haciendo de las nuestras. Luis se pegaba mucho a mí, con demasiada confianza, no me importaba. El asqueroso de Fer no paraba de llamarme asi que decidimos apagar el móvil. Eran las cinco y media e íbamos para la playa a refrescarnos un poco... Encendí el móvil de nuevo, tenía seis llamadas perdidas de Fer y dos de Carla ¿Carla? La llamé pero no me lo cogió, qué raro. Las llamadas de Fer las borré una a una.

- ¿Pasa algo?
- ¿Eh? No nada.
- Te sigue llamando ¿No?
- Sí... A lo mejor me quiere pedir perdón...
- Que lo haga, tu ya lo has perdonado y has aprendido del error.
- ¿Y si me pide que vuelva con él? - Él me miró, preocupado.
- ...Le dices que no...
- No sé si podría...
- Que sí podrás ¿Te das cuenta de que mientras tú hablas apasionadamente de él, él está con la otra? Olvídate ya.
- Lo intento...

Luis me cogió por los hombros y me plantó un beso que no me esperaba, lo único que se me ocurrió hacer en ese momento fue apartarlo.

- ¿Pero qué haces? Que me estés ayudando no significa que me beses cuando te da la gana.
- Quería besarte y lo he hecho, no hay más explicación.
- Yo quiero darte un bofetón y no lo hago, asi que contrólate.
- Bla bla bla... ¿Pero a que por un momento te has olvidado de Fer? - Me sonrió, mostrando su preciosa dentadura
- Pues... creo que sí ¡Agggg! ¿Por qué tienes la razón siempre?
- Jaja, ya tengo la solución para hacerte olvidar - Se acercó mucho a mí.
- ¿Cuál? - Me aparté un poco.
- Besarte cada minuto.
- No te flipes guapito.
- Yo por mí lo haría - Sonrió, me pasó la mano por el hombro y seguimos caminando.

Según llegamos a la playa mi madre me dijo que nos íbamos, porque se estaban aburriendo, recogimos todas las cosas y fuimos al coche. Al cabo de un rato de estar de camino, me quedé dormida en el hombro de Luis. Entre sueños oí una voz que susurraba en mi oído.

- Preciosa, hemos llegado.

Abrí los ojos, parpadeé muchas veces hasta que vi a Luis junto a mi oído y me tenía la mano cogida. No me había dado cuenta de cuando había sucedido eso. Le sonreí y él hizo lo mismo. Salimos del coche y yo me estiré, había sido un largo trayecto. Luis se despidió de mi familia dándoles las gracias y ellos entraron a casa. Yo me quedé fuera para despedirme de Luis.

- Muchas gracias por venir conmigo Luis... y sobre todo por lo que hemos hablado...
- De nada, y por lo que no hemos hablado también... - Se mordió el labio, qué sexy.
- Sí también jajaja - Nos reímos los dos, la verdad era que me lo había pasado bastante bien con él y no quería separme ahora... tenía que hacer algo. - Luis... ¿Te vienes más tarde al bar de la playa?
- ¡Claro! Ahora no te puedes separar de mí ¿Eh?
- Es que cuanto más estoy contigo más me cuesta separarme.
- Lo sé, suelo producir ese efecto en las chicas.
- Ag ¿Por qué tienes esa máscara de creído? Porque en verdad tú eres un trozo de pan... - Se sorprendió, esa pregunta no se la esperaba.
- ¿Puede ser porque los trozos de pan nadie los quiere? Ya viste como acabamos tú y yo.
- Es diferente y lo sabes... Odio que tengas esa máscara.
- Tú sabes como soy de verdad. - Justo en ese momento me sonó el móvil, Carla.
- Espera... ¿Diga?
- Soy yo...
- Ya lo sé, te estaba llamando antes pero no me lo cogías.
- Es que no tenía cobertura, ¡Pedazo pibón!
- ¿Cómo dices?
- Mira detrás tuya.- Y colgó

Miré y ahí estaba ella... ¿Pero qué demonios hacía ahí? Le di un abrazo enorme, la echaba de menos y tenía que contarle muchas cosas.

- Luis, esta es Carla, mi mejor amiga - Sonreí.
- ¡Encantado! - Sonrió amablemente.
- Carla, este es Luis, un vecino...
- ¡El pibón del que me hablaste! Si que está bueno... ¡Encantada! - Dios, qué vergüenza, me puse coloradísima, Luis me miró y se rió, igual que Carla.

2 comentarios: