Luis y yo nos pasamos toda la noche bailando y riéndonos. Después de todo, estaba feliz, porque me había dado cuenta de que Fer no merecía verme ni una sola gota de tristeza, me había dado una lección, tenía que agradecérselo y además ahora estaba Luis, que no sabía si éramos “novios”, amigos con derecho a roce o no sé… De eso ya me preocuparía otro día, ahora solo podía sentir la música.
- ¿Te lo pasas bien? – Luis interrumpió mis pensamientos.
- ¡De puta madre! – La verdad es que había bebido un poco.
- Me alegro preciosa, ya es un poco tarde ¿No crees?
- ¿Qué hora es?
- Las tres y media…
- ¡Hostia! ¿Por qué no me has avisado? Le dije a mi madre que estaría pronto en casa con…
- ¿Con?
- ¿Dónde está Carla?
- Pues… hace un buen rato que no la veo – Los dos miramos hacia atrás, derecha e izquierda y no la veíamos por ningún lado.
- A lo mejor está fuera… vamos.
Me despedí de la gente que había conocido esa noche y salimos por la puerta. Lo primero que vi fue a Fer, Dios… ¿Me lo tenía que encontrar en todas partes? Además estaba con una chica, no sentí la frecuente punzada en el estómago, iba por buen camino. Me dispuse a seguir buscando a mi amiga cuando alguien chilló mi nombre, esa voz tan aguda no podía ser otra que de Carla.
- ¡Silvia! ¡Tía estás sorda eh!
- Te estaba buscando, es tardísimo ¿Dónde estabas?
- Pues… con Fer, es que está muy mal, te has pasado diciéndole de todo.
- ¡¿Qué?! ¿Pero de qué hablas? ¿Tú sabes todo el daño que me ha hecho ese imbécil? No me puedo creer que hayas caído en sus redes. – Estaba gritando como una histérica.
- Solo lo estaba consolando, me daba pena ¿Vale?
- ¿Y yo qué? Tú más que nadie deberías saber todo lo que sufrido. – Notaba mis ojos húmedos, otra vez.
- Pues mucho no creo, liándote con Luis al día siguiente. – No daba crédito a sus palabras ¿Cómo se atrevía?
- Pero… ¿Qué dices? Yo me lié con él antes de volver a estar con Fer, si no sabes de qué hablas, mejor cállate. ¿Y a ti te llaman amiga? Vete a la mierda con él, bonita.
Y me largué, cogiendo del brazo a Luis, que había estado escuchando toda la conversación al igual que Fer. ¿Cómo le había comido el cerebro tan rápido? Carla, precisamente a ella, mi mejor amiga desde los siete años, la que siempre me hacía sonreír en los malos momentos, igual que yo a ella, la que siempre me ayudaba en todo lo que era posible, parece ser que de eso no se trata la amistad, tengo un concepto equivocado al igual que la palabra “amor”. Cuando me di cuenta, estaba llorando como una magdalena y Luis abrazándome. Sólo me quedaba él en el mundo, aparte de mi familia, que jamás me ayudaban en nada.
- No me puedo creer lo que te ha hecho… – Luis estaba tan sorprendido como yo.
- Yo menos. – Dije entre sollozos. – Cada vez me queda menos gente, lo siento si te hago algo sin darme cuenta…
- No seas boba, ellos son unos niñatos que no saben lo que se pierden. Y además puedes hacerme el daño que te de la ganas que yo siempre te querré igual. – ¡Qué mono! Realmente Luis conseguía hacerme sonreír pero aún así no sabía que responder…
- ¿Y si me lío con tu abuelo me seguirás queriendo? – Le puse una cara pícara.
- Joder Sil… - Nos empezamos a reír de buena gana y seguimos caminando – Sí, te seguiría queriendo. – Lo miré y le sonreí.
- ¿Sabes qué? Me estás empezando a gustar un poquitín… - Mentí, me gustaba desde hacía tiempo, me sonrojé.
- ¡¿En serio?! Ya era hora, ¡No sabía qué más hacer! – Volvimos a reír.
- ¿Ya tienes un plan para hacerme olvidar del todo?
- Mmm no, pero me encanta hacerte reír ¿Eso cuenta?
- Bastante… Eres el único que lo hace últimamente.
- Entonces voy bien – Sonrió, orgulloso. -¿Si te beso, te dejarías? – De repente nos paramos y él se acercó a mí, qué bien olía.
- No sería el primero. – Yo también me acerqué.
- Ni tampoco el último. – Y me besó apasionadamente, esta vez de verdad, como nunca lo había hecho antes.
domingo, 23 de mayo de 2010
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